lundi 18 juin 2007

+ LA LITERATURA Y LOS RÍOS

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Si repasas mentalmente la literatura de todos los tiempos, recordando desde los libros obligatorios que te exigían estudiar en tus primeros años de infancia y adolescencia hasta las últimas lecturas voluntarias que has tenido siendo un adulto y, además, tienes la literatura como una afición, adviertes que bien podríamos elaborar una lista de escritores y unirlos a su río correspondiente, en algunos casos fuertemente.

Es verdad que quizás esa unión sea más fácil de realizar con músicos y pintores, pero también se da con los escritores. Veamos los que siguen a continuación:


Mijail Sholojov y el Don. Novelista y cuentista ruso. Fue Premio Nobel de Literatura en 1965. Nació en una aldea a orillas del Don, en el seno de una familia cosaca. Estuvo altamente comprometido desde su juventud en la política soviética. Fue un gran novelista y practicó el género del cuento con gran maestría.

Entre sus obras podemos destacar El Don apacible, Lucharon por su patria, Cuentos del Don, El destino de un hombre.

Gracias a sus obras se han preservado detalles valiosos de la tradición y cultura cosacas que absorbió en el ámbito familiar desde la infancia.

Las novelas y cuentos de Sholojov son reflejo del ambiente y circunstancias históricas específicas del lugar y tiempo que le tocó vivir. Los personajes, más bien personas, son seres humanos sencillos, campesinos analfabetos en algunos casos, en otros pastores pobres, soldados veteranos, que se vieron obligados a organizarse arrastrados por la revolución y la guerra.

El río Don no es en sus obras un accidente geográfico más, es otro de sus protagonistas pues asiste aquí y allá a múltiples acontecimientos, a veces en calma, otras agitado, siendo testigo siempre de la presencia de soldados rojos y blancos en orillas opuestas y de otros seres humanos.

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Mark Twain y el Mississipi. Su nombre real era Samuel Langhorne Clemens. A los cuatro años de edad su familia se trasladó a Hannibal, puerto fluvial en el río Mississipi, en el estado de Missouri.

Este puerto sirvió, con un nombre ficticio, para el desarrollo de sus novelas más conocidas. ¿Quién no ha oído hablar de Tom Sawyer? En esa época, Missouri era un estado esclavista. Twain estaba familiarizado con la esclavitud, de modo que utilizó este tema también en sus novelas.

Tuvo diversos oficios. Trabajó en varias imprentas, fue piloto de un barco de vapor, soldado de la Confederación, maderero, minero, periodista. Fue un gran humorista. Se arruinó totalmente con el negocio de un nuevo tipo de linotipia. Los apuros económicos fueron frecuentes en su vida.

Fue reconocido como escritor mundialmente en los últimos años de su vida.

Cuando en algún reportaje de TV o en alguna película veo las imágenes de un barco de vapor navegar, con su enorme rueda de palas, me acuerdo de Twain y de su río.

Podemos destacar de entre sus obras, por más conocidas, Vida en el Mississipi, Las aventuras de Tom Sawyer y Las aventuras de Huckleberry Finn.

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Antonio Machado Ruiz y el Duero. Poeta nacido en Sevilla. Desempeñó su labor docente durante años como profesor de instituto en Soria. Conoció en vida a Óscar Wilde, Pío Baroja, Rubén Darío, Juan Ramón Jiménez, García Lorca. Al término de la guerra civil española partió para el exilio. Falleció y está enterrado en Colliure (Francia).

Es en su obra Campos de Castilla en donde explota nuevos caminos, mira al espacio geográfico que le rodea, las tierras castellanas, y a las gentes que lo habitan. El río Duero y su entorno están muy presentes en los textos de Machado. Como muestra, podemos leer los siguientes versos que dedica al río:


ORILLAS DEL DUERO

./…

El aire ensombrecido
oreaba mis sienes, y acercaba
el murmullo del agua hasta mi oído.
Entre cerros de plomo y de ceniza
manchados de roídos encinares,
y entre calvas roquedas de caliza,
iba a embestir los ocho tajamares
del puente el padre río,
que surca de Castilla el yermo frío.
¡Oh Duero, tu agua corre
y correrá mientras las nieves blancas
de enero el sol de mayo
haga fluir por hoces y barrancas,
mientras tengan las sierras su turbante
de nieve y de tormenta,
y brille el olifante
del sol, tras de la nube cenicienta!…
¿Y el viejo romancero
fue el sueño de un juglar junto a tu orilla?
¿Acaso como tú y por siempre, Duero,
irá corriendo hacia la mar Castilla?

(de Campos de Castilla).

Siempre que leo este poema me parece que tengo al río ante mí y sus aguas trotando alegres.

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Federico García Lorca y el Guadalquivir. ¿Qué decir de este gran poeta y autor teatral? Nació en Fuentevaqueros (Granada).

Al estallar la guerra civil española en 1936 rehusó el exilio que le fue ofrecido por Colombia y México, cuyos embajadores en España previeron que pudiera ser víctima de un atentado debido a su empleo como funcionario de la República.

A alguien que le preguntó en aquellos momentos por su preferencia política le manifestó que se sentía a la vez católico, comunista, anarquista, libertario, tradicionalista y monárquico (o sea, español). De hecho nunca perteneció a ningún partido político ni discriminó o se distanció de ningún amigo por cuestiones de tipo ideológico. Fue detenido y asesinado en una aciaga madrugada de agosto de 1936.

Entre sus obras más conocidas figuran las de poesía Romancero gitano, Poeta en Nueva York y Poema del cante jondo y las de teatro Mariana Pineda, Bodas de sangre, Yerma y La casa de Bernarda Alba.

De Lorca, por su condición de granadino y andaluz hemos escogido el siguiente poema, del Poema del cante jondo, dedicado a los ríos Guadalquivir y su afluente el Genil, además del Darro, afluente a su vez de este último. Dice así:

BALADILLA DE LOS TRES RÍOS

El río Guadalquivir
va entre naranjos y olivos,
los dos ríos de Granada
bajan de la nieve al trigo.

¡Ay, amor
que se fue y no vino!

El río Guadalquivir
tiene las barbas granates,
los dos ríos de Granada
uno llanto y otro sangre.

¡Ay, amor
que se fue por el aire!

Para los barcos de vela,
Sevilla tiene un camino;
por el agua de Granada
sólo reman los suspiros.

¡Ay, amor
que se fue y no vino!

Guadalquivir, alta torre
y viento en los naranjales.
Darro y Genil, torrecillas
muertas sobre los estanques.


¡Ay, amor
que se fue por el aire!

¡Quién dirá que el agua lleva
un fuego fatuo de gritos!

¡Ay, amor
que se fue y no vino!

Lleva azahar, lleva olivas.
Andalucía, a tus mares

¡Ay, amor
que se fue por el aire!


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Rafael Sánchez Ferlosio y el Jarama. Escritor español nacido en Roma e hijo del también escritor y político Rafael Sánchez Mazas, estuvo casado con una escritora, Carmen Martín Gaite.

Con su novela El Jarama alcanzó la fama y obtuvo en 1955 el Premio Nadal y en 1956 el de la Crítica. Narra en la novela las dieciséis horas de la vida de once amigos un domingo de verano en las orillas del río, una taberna próxima y una arboleda vecina en la que se instalan los excursionistas.

Ejerció como periodista y ensayista. Y estuvo durante años apartado de la narrativa. Cuando volvió lo hizo con El testimonio de Yarfoz y Vendrán más años malos y nos harán más ciegos.

Ha sido galardonado con el Premio Cervantes.

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Mika Waltari y el Nilo. Escritor finlandés. Es uno de los más famosos a nivel internacional de su país por sus novelas históricas. Ha escrito unas 30 novelas, 26 obras de teatro, guiones de radio y cine y cientos de artículos, además de traducciones.

¿Por qué cada vez que se habla del río Nilo asocio su nombre con el de Waltari? La respuesta es trivial: por su novela más famosa, Sinuhé, el egipcio, que tardó en escribir más de diez años. En ella se narra, como se sabe, las aventuras de un médico egipcio por el mundo antiguo (entre egipcios, babilonios e hititas) durante el reinado de Amenhotep IV, en el que tiene lugar el fracaso de su intentona de reforma religiosa.

Recuerdo haber leído la novela hace muchos años al menos dos o tres veces y también que, como es natural, el Nilo está presente de forma frecuente entre las páginas de la obra debido a la influencia que ejercía el río sobre la vida social y religiosa de la población egipcia antigua.

Además escribió El etrusco, Las aventuras de Michel Karvajalka, Michel el renegado y El ángel sombrío. Me gustó también su novela histórica Marco, el romano, que recomiendo a los creyentes cristianos.

Siempre me llamó la atención que un finlandés para escribir su obra narrativa histórica pusiese sus ojos en el Mediterráneo antiguo (Imperio otomano, Constantinopla, Túnez, Etruria,…).

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Podríamos continuar con esta asociación de escritor y ‘su’ río durante algunas páginas más: Blasco Ibáñez y el Turia, Víctor Hugo y el Sena (una hija suya murió ahogada en él), Virginia Woolf y el Ouse, etc., etc., pero, de momento, lo dejamos aquí.

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