dimanche 15 juillet 2007

+ LITERATURA Y NAVIDAD

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Navidad es una fiesta alegre para algunos, nostálgica y más bien tristona para otros porque recuerdan a seres queridos que les dejaron, una conmemoración religiosa en nuestros tiempos para los menos y de jolgorio con días de asueto para los estudiantes, sobre todo los más jóvenes y, en general, una fiesta muy familiar y hogareña aunque estas últimas notas se van diluyendo con el transcurso del tiempo.

Hay novelas en que se dan situaciones y acciones que ocurren durante Navidad o el núcleo de la narración se inspira en tal festividad, pero queremos referirnos a relatos que tienen como centro de la trama la Navidad en particular y esto ocurre casi de forma exclusiva en el cuento. Vamos a hablar de cuentos navideños. Curiosamente muchos tienen el mismo título: ‘Cuento de Navidad’.

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Cuento de Navidad, de Guy de Maupassant.

El doctor Bonenfantes forzaba su memoria, murmurando:
—¿Un recuerdo de Navidad?...¿Un recuerdo de Navidad?
Y, de pronto, exclamó:
—Sí, tengo uno, y por cierto muy extraño. Es una historia fantástica, ¡un milagro! Sí, señoras, un milagro de Nochebuena.

Es la historia de una mujer, la del herrero que encuentra un huevo de gallina en medio de una nevada. Al comer el huevo, la señora es presa de convulsiones y temblores, quedando con la apariencia de una endemoniada. Al final es curada al parecer ante la contemplación de las fulgurantes irradiaciones de la custodia de oro en la iglesia del pueblo.

Un cuento muy en la línea de este autor, que trata en sus cuentos muchos hechos misteriosos.

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Cuento de Navidad, de Ray Bradbury.

El día siguiente sería Navidad y, mientras los tres se dirigían a la estación de naves espaciales, el padre y la madre estaban preocupados.

El niño no había podido embarcar en la nave con su arbolito de Navidad y luces de colores, pero sus padres le tenían preparada una sorpresa en el espacio. Es un cuento maravilloso.

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Cuento de Navidad, de Vladimir Novokov.

Se hizo el silencio. La luz de la lámpara iluminaba despiadadamente el rostro mofletudo del joven Anton Golïy, vestido con la tradicional blusa rusa campesina abotonada a un lado bajo su chaqueta negra, quien, nervioso y sin mirar a nadie, se disponía a recoger del suelo las páginas de su manuscrito que había desperdigado aquí y allá mientras leía. Su mentor, el crítico de Realidad Roja, miraba el suelo mientras se palpaba los bolsillos buscando una cerilla. También el escritor Novodvortsev guardaba silencio, pero el suyo era un silencio distinto, venerable.


Todo nervioso, pero nervioso con la excitación del triunfo, sintiendo que había encontrado la clave única y necesaria, que iba a componer algo exquisito, que iba a describir como nadie lo había hecho antes la colisión de dos clases, de dos mundos, empezó a escribir. Escribió acerca del árbol opulento en el escaparate descaradamente iluminado y del trabajador hambriento, víctima del paro, mirando aquel árbol con mirada severa y sombría.

Un joven aprendiz de escritor lee su primera narración ante su mentor, crítico literario, y uno veterano. El crítico calla, el escritor ya conocido pone algunas trabas a la obra del principiante. El crítico, en silencio, finalmente sugiere que para un principiante un cuento de Navidad sería un inicio adecuado y da algunas ideas, que finalmente, tras una lucha esforzada porque la inspiración se resiste a llegar, aprovecha el escritor consagrado, Novodyortsev, ‘robando’ la idea destinada a otro. Este es el comienzo:

El insolente árbol de Navidad —escribió Novodyortsev— ardía con todos y cada uno de los colores del arco iris.

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Cuento de Navidad (o Canción de Navidad), de Charles Dickens.

El relato cuenta cómo una persona mala y huraña puede cambiar su actitud durante la Navidad. Comienza así:

Marley estaba muerto, eso para empezar. No cabe la menor duda al respecto. El clérigo, el funcionario, el propietario de la funeraria y el que presidió el duelo habían firmado el acta de su enterramiento. También Scrooge había firmado, y la firma de Scrooge, de reconocida solvencia en el mundo mercantil, tenía valor en cualquier papel en que apareciera. El viejo Marley estaba tan muerto como el clavo de una puerta.


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Vanka, de Anton Chejov.

Es un precioso y tierno cuento de Navidad, en el que un pequeño de nueve años, aprendiz de zapatero en Moscú, pobre y que lleva una vida mísera, se dirige por carta a su abuelo para que venga a por él.

Mi querido abuelito Konstantin Makarich: Te mando esta carta. Te felicito por la fiesta de Navidad y te deseo todo lo bueno que pueda darte Nuestro Señor. No tengo padre ni mamita. No me queda nadie más que tú.
Ayer me gané un castigo. El amo me sacó al patio, tirándome del pelo, y me golpeó….

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Hay muchos más cuentos que tienen como título la palabra Navidad y numerosos escritores que han escrito narraciones sobre el tema. Otros son:

Un árbol de Noel y una boda, de Fiodor Dostoyevski.
Un recuerdo navideño, de Truman Capote.
El cuento de Navidad de Auggie Wren, de Paul Auster.

Y aunque España no ha sido en el pasado un país con tanta tradición cuentística como algunos europeos o hispanoamericanos, ha habido novelistas y poetas que sí lo han practicado: la Pardo Bazán, Valle-Inclán, Galdós, Bécquer, Leopoldo Alas 'Clarín', etc. Nos referimos evidentemente a cuentos o relatos en que la Navidad está presente.

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