dimanche 21 octobre 2007

+ SENOS

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La confesión

Yo la dije, cuando tuve confianza con ella más que con ninguna:
—¿Y qué sientes en los senos?
Guardó silencio durante un rato. Sentía un rubor extraño, como el primero sin ser el primero.
—¿No te desilusionará el que te diga la verdad? ¿No te quedarás desilusionado para siempre?
—No… Desgraciadamente nos volveremos a ilusionar con lo que nos desilusionó…Es fatal… Después de oírte, buscaré unos senos como esa noche en que perdemos la voluntad como si un cometa terrible fuese a tropezar con la Tierra y naufragamos en un falso final del mundo.
—Bueno, pues escucha —continuó ella— es fría la sensación de nuestros senos… Están lejos de nuestra sensualidad, son las montañas en que hay cierta nieve… Nos hacéis cosquillas agrias y tozudas en ellos… Sólo una vez, cuando los tocó el primer hombre que nos tocó, sonó en toda nuestra sensibilidad el primer timbrazo de alarma, el timbrazo de que había llegado la hora. No han vuelto a ser tan sensibles nunca.
—¿Entonces, cuando jugamos con ellos no sentís la alegría frenética y trémula de nuestra tontería?
—No. Os vemos fríamente, más frente a frente que nunca, y si dura mucho vuestra obcecación con los senos, cae de ellos como de dos esponjas la fría agua que apaga un poco nuestra sensibilidad… Si no te pareciese chabacana la comparación, te diría que parecéis policías secretas que nos registráis el pecho con un manoseo insistente, sin acabaros de convencer de que no guardamos nada ahí…
Se hizo una larga pausa que no supimos cómo llenar. ¿Y cómo iba yo a tocar aquellos senos desprovistos de sentido y que se reían de mí y desdeñaban mis manos?
—Bueno, mujer verdadera… Tenemos que despedirnos… Adiós…
—Adiós —me dijo ella, levantándose y arropándose en su piel—; pero no olvides que te dicho lo que no he dicho a nadie… Sé por eso mi amigo, que te vuelva a ver… Decir a un hombre la confidencia que no se ha dicho a nadie es como si se le diese lo que no se ha dado nunca.
—Adiós —le dije en la puerta; y después me puse el gabán, yéndome hacia los senos que yo sabía dónde estaban guardados. Por lo menos esos se reirían de mí creyéndome engañado e iluso.

(Senos, Ramón Gómez de la Serna, Editorial Biblioteca Nueva, Madrid).

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Ramón —como le gustaba que le llamaran— es muy conocido por ser el creador de la greguería (metáfora+ humor), pero tiene una obra muy amplia. Murió exiliado en Argentina en 1979.

Senos (1917) fue una obra muy discutida cuando fue publicada y calificada por la sociedad de la época como pornográfica, circunstancia que el propio autor se encarga de desmentir en el prólogo al decir ’éste no es un libro pornográfico ni procaz’. De haberlo sido, hoy estaría lejos de serlo evidentemente.

Cuando lo leí me pareció un homenaje a la mujer. Hace pocos años se editó un libro de un joven escritor, un homenaje a Ramón Gómez de la Serna y ‘Senos’, y a la mujer asimismo, que tampoco debe considerarse a mi juicio una obra pornográfica. Nos estamos refiriendo a ‘Coños’, de Juan Manuel de Prada.

¿Qué opináis de ‘Senos’?

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