jeudi 18 septembre 2008

+ PESSOA y LISBOA

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Fernando Pessoa o el fingidor de sí mismo. Sí, el fingidor.

Con el uso de heterónimos tales como Ricardo Reis, Alberto Caeiro, Álvaro de Campos o Bernardo Soares, Pessoa se permitía ejercer la crítica de los poemas de éstos, y viceversa.

Fue el impulsor del surrealismo portugués y una de las mayores y más representativas figuras de la poesía portuguesa del siglo XX y de toda Europa, nacido en Lisboa en 1888 y fallecido en la misma ciudad en 1935. Sus primeros años de infancia transcurrieron en Sudáfrica, en Durban, lugar en que su padrastro desempeñaba el cargo de cónsul de Portugal, viajando a los diecisiete años a su país natal para establecer en Lisboa su residencia de forma definitiva. Su vinculación con la capital portuguesa fue muy importante.

Se ganaba la vida como traductor de inglés, idioma que dominaba a la perfección hasta el punto de publicar sus primeros poemas en inglés. Fue un defensor de la lengua portuguesa llegando a afirmar en más de una ocasión que ‘Mi patria es la lengua portuguesa’.

Fue una figura enigmática. Un poeta y crítico brasileño ha afirmado que Fernando Pessoa es ‘o enigma em pessoa’ (que se puede traducir por ‘el enigma en persona’ o ‘el enigma en Pessoa’). Octavio Paz dijo de Pessoa que ‘nada en su vida es sorprendente, nada excepto sus poemas’.

Se estima que la creación estética de Pessoa son los heterónimos.

Su obra poética Mensagem fue la única que publicó en vida. Leamos algunos poemas de Pessoa:

AUTOPSICOGRAFÍA
El poeta es un fingidor.
Finge tan completamente
Que hasta finge que es dolor
El dolor que de veras siente.

Y quienes leen lo que escribe,
Sienten, en el dolor leído,
No los dos que el poeta vive
Sino aquél que no han tenido.

Y así va por su camino,
Distrayendo a la razón,
Ese tren sin real destino
Que se llama corazón.


NO QUIERO ROSAS
No quiero rosas, con tal que haya rosas.
Las quiero sólo cuando no las pueda haber.
¿Qué voy a hacer con las cosas
que cualquier mano puede coger?

No quiero la noche sino cuando la aurora
la hizo diluirse en oro y azul.
Lo que mi alma ignora
eso es lo que quiero poseer.

¿Para qué?... Si lo supiese, no haría
versos para decir que aún no lo sé.
Tengo el alma pobre y fría...
Ah, ¿con qué limosna la calentaré?...


NO LA QUE DAS
No la que das, la flor que tú eres quiero.
Por qué me niegas lo que no te pido.
Tiempo habrá de que niegues
después de que hayas dado.
flor, ¡seme flor! Si te cogiese avara
mano de infausta esfinge, tú perenne
sombra errarás absurda
tras lo que nunca diste.


SI ALGUIEN TOCA UN DÍA A TU PUERTA
Si alguien toca un día a tu puerta,
Diciendo que es un emisario mío
No creas, ni aunque sea yo;
Que mi vanidoso orgullo no intentaría
Tocar siquiera la puerta irreal del cielo.
Pero si, naturalmente, y sin oír
A alguien tocar, la puerta fueras a abrir
Y encontraras alguien como a la espera
De tocar, medita un poco.
Ese era Mi emisario y yo y lo que intenta
Mi orgullo que desespera
¡Abre a quién no llama a tu puerta!


SI, DESPUÉS QUE YO MUERA...
Si, después que yo muera, se quisiera escribir mi biografía,
Nada sería más simple.
Exactamente poseo dos fechas -la de mi nacimiento y
la de mi muerte.
Entre una y otra todos los días me
pertenecen.
Soy fácil de describir.
He vivido como un loco.
He amado a las cosas sin ningún sentimentalismo.
Nunca tuve un deseo que no pudiera colmar, pues nunca anduve ciego.
Incluso escuchar para mí fue nada más que un complemento del ver.
Comprendí que las cosas son reales y totalmente diferentes una de otra:
Lo comprendí con los ojos, jamás con el pensamiento.
Comprenderlo con el pensamiento hubiera sido encontrarlas
todas iguales.
Un día me sentí dormido como un niño.
Cerré los ojos y dormí.
Y, a propósito, yo era el único poeta de la Naturaleza.


SI MUERO PRONTO
Si muero pronto,
Sin poder publicar ningún libro,
Sin ver la cara que tienen mis versos en letras de molde,
Ruego, si se afligen a causa de esto,
Que no se aflijan.
Si ocurre, era lo justo.
Aunque nadie imprima mis versos,
Si fueron bellos, tendrán hermosura.
Y si son bellos, serán publicados.



(Versión de Octavio Paz)

mercredi 27 août 2008

+ DURRELL y ALEJANDRÍA

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Si hay alguien que ha establecido una relación erótica con una ciudad y la ha hecho verdadera protagonista de su novela, ése ha sido Durrell. La ciudad: Alejandría. Fue fundada hace más de veinticuatro siglos por Alejandro Magno.

Escritor británico que desarrolló misiones diplomáticas en Grecia, Chipre y Egipto, es bien conocido por su obra más popular, El cuarteto de Alejandría, compuesta por cuatro novelas: Justine, Baltazhar, Mountolive y Clea. La trama se lleva a cabo en Alejandría antes y después de la II guerra mundial, con localizaciones exóticas de la ciudad y sus alrededores. Los personajes de esta tetralogía no tendrían sentido fuera de Alejandría, tierra melancólica y calurosa, ciudad de cafés y minaretes, encuentro de culturas milenarias, evocadora del centro del saber en la antigüedad.

Alejandría y Durrell. Lawrence Durrell y la ciudad de Alejandría.

En esencia, ¿qué es esa ciudad, la nuestra? ¿Qué resume la palabra Alejandría? Evoco enseguida innumerables calles donde se arremolina el polvo. Hoy es de las moscas y los mendigos, y entre ambas especies de todos aquellos que llevan una existencia vicaria.

Cinco razas, cinco lenguas, una docena de religiones; el reflejo de cinco flotas en el agua grasienta, más allá de la escollera. Pero hay más de cinco sexos y sólo el griego del pueblo parece capaz de distinguirlos. La mercadería sexual al alcance de la mano es desconcertante por su variedad y profusión. Es imposible confundir a Alejandría con un lugar placentero. Los amantes simbólicos del mundo helénico son sustituidos por algo distinto, algo sutilmente andrógino, vuelto sobre sí mismo. Oriente no puede disfrutar de la dulce anarquía del cuerpo, pero ha ido más allá del cuerpo. Nessim dijo una vez, recuerdo —y creo que lo había leído en alguna parte—, que Alejandría es el más grande lagar del amor; escapan de él los enfermos, los solitarios, los profetas, es decir, todos los que han sido profundamente heridos en su sexo.
(Justine).

En las páginas de Justine asistimos de forma permanente a la exaltación del amor por la ciudad, a la que dedica el escritor piropos como si de una bella mujer se tratase:

Notas para un paisaje… Largas modulaciones de color. Luz que se filtra a través de la esencia de los limones. Polvo amarillo suspendido en el aire fragante, y el color del pavimento caliente recién regado. Nubes livianas, al ras del suelo, que sin embargo rara vez traen lluvia. Sobre ese fondo se proyectan rojos y verdes polvorientos, malva pastel y un carmesí profundo y diluido. En verano la humedad del mar da una leve pátina al aire. Todo parece cubierto por un manto de goma.

Y luego, en otoño, el aire seco y vibrante, cargado de áspera electricidad estática, que inflama el cuerpo bajo la ropa liviana. La carne despierta, siente los barrotes de su prisión.

Y continúa:

En la gran calma de esas tardes de invierno hay un reloj: el mar. Su palpitación confusa que se prolonga en la mente es la fuga sobre la cual se compone este relato. Vacías cadencias de las olas que lamen sus propias heridas, hoscas en las bocas del delta, bullentes en las playas desiertas, vacías, eternamente vacías bajo el vuelo de las gaviotas: garabatos blancos sobre el gris, masticados por las nubes. Si una vela se acerca hasta aquí, muere antes de que la tierra la cubra con su sombra. ¡Despojos barridos hasta los frontones de las islas, último vestigio carcomido por la intemperie, plantado en la vejiga azul del agua… desaparecido!

Las referencias a la ciudad son tan permanentes en la tetralogía —véanse los dos pequeños párrafos de otras obras que siguen— que no desmerecen en absoluto si leemos versos que el poeta griego Constantinos P. Cavafis, nacido en Alejandría, dedica a la ciudad y que Durrell se permite traducir y transcribir al término de su novela Justine, que figuran al final de este artículo:

En el momento de hundirme en el sueño, oí la voz de mi amigo que me repetía: «¿Qué es lo que le interesa saber?? ¿qué más le interesa saber?». «Tengo que saberlo todo para liberarme por fin de la ciudad», respondí en mi sueño. (Baltazhar).

…una ciudad se convierte en un mundo cuando se ama a uno de sus habitantes. Toda una nueva geografía de Alejandría había nacido a través de Clea, recreando sus antiguos significados, renovando atmósferas semiolvidadas, arrastrando el aluvión multicolor de una nueva historia, una nueva biografía. Recuerdos de viejos cafés a lo largo de la costa en los bronceados plenilunios, los toldos rayados flotando en la brisa marina de la medianoche. Cenas tardías, la luna rielando nuestras copas. A la sombra de un minarete o en alguna franja de arena a la luz trémula de una lámpara de parafina... (Clea).

La ciudad (Cavafis)

Te dices: Me marcharé
a otra tierra, a otro mar,
a una ciudad mucho más bella de lo que ésta
pudo ser o anhelar…
Esta ciudad donde cada paso aprieta el nudo corredizo,
un corazón en un cuerpo enterrado y polvoriento.
¿Cuánto tiempo tendré que quedarme,
confinado en estos tristes arrabales
del pensamiento más vulgar? Dondequiera
que mire
se alzan las negras ruinas de mi vida.
Cuántos años he pasado aquí
derrochando, tirando, sin beneficio alguno…
No hay tierra nueva, amigo, ni mar nuevo,
pues la ciudad te seguirá.
Por las mismas calles andarás
interminablemente,
los mismos suburbios mentales van
de la juventud a la vejez,
y en la misma casa acabarás lleno de canas...
La ciudad es una jaula.
No hay otro lugar, siempre el mismo
puerto terreno, y no hay barco
que te arranque a ti mismo. ¡Ah!
¿No comprendes
que al arruinar tu vida entera
en este sitio, la has malogrado
en cualquier parte de este mundo?
Cuando de pronto a medianoche, oigas
pasar el tropel invisible, las voces cristalinas,
la música embriagadora de sus coros,
sabrás que la Fortuna te abandona,
que la esperanza
cae, que toda una vida de deseos
se deshace en humo. ¡Ah, no sufras
por algo que ya excede el desengaño!
Como un hombre desde hace tiempo preparado,
saluda con valor a Alejandría que se marcha.
Y no te engañes, no digas
que era un sueño, que tus oídos te confunden,
quedan las súplicas y las lamentaciones
para los cobardes,
deja volar las vanas esperanzas,
y como un hombre desde hace tiempo
preparado,
deliberadamente, con un orgullo
y una resignación
dignos de ti y de la ciudad
asómate a la ventana abierta
para beber, más allá del desengaño,
la última embriaguez de ese tropel divino,
y saluda, saluda a Alejandría que se marcha.

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lundi 18 août 2008

+ DOSTOIEVSKI y PETERSBURGO

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El Adolescente, El idiota, Crimen y Castigo, Noches blancas, Los hermanos Karamazov,…, novelas de Fiodor Dostoievski como sabemos.

Entresacamos párrafos de algunas de sus obras, en letra cursiva (de cuyos lugares he hecho aclaraciones entre paréntesis):

De El Adolescente:

Ahora, por el contrario, vivían todos juntos, en un pabellón de madera de una callejuela del Semenovski Polk. (El barrio de los cuarteles del Regimiento de la Guardia Semenovski).

Yo, mon cher , yo no tenía más que once años cuando mi preceptor me hacía observar que miraba demasiado de cerca las estatuas del Jardín de Verano. (Es un paseo célebre al borde del río Neva, adornado con jarrones y estatuas).

Era preciso ir a Petersburgskaia storona, pero yo no sentí ningún cansancio. (Literalmente, el lago de Petersburgo, barrio construido en una isla del Neva, más allá de la ciudadela de Pedro y Pablo).

De Noches Blancas:

Durante tres días enteros recorrí la ciudad dominado por una profunda angustia, sin darme clara cuenta de lo que me pasaba. Fui a la perspectiva Nevski, fui a los jardines, me paseé por los muelles;…

Estuve a punto de trabar amistad con un anciano a quien encontraba todos los días a la misma hora en la Fontanka.



Así, pues, lector, ya ves de qué manera conozco todo Petersburgo.

De Los hermanos Karamazov :

Te acordarás del edificio
próximo al puente de las Cadenas.

(Allí había una Comisaría de Policía).

Son numerosas en la novela las citas de la ciudad de Petersburgo.

En Crimen y Castigo elude dar nombres y calles de Petersburgo y en su lugar indica las iniciales:

Una tarde extremadamente calurosa de principios de julio, un joven salió de la reducida habitación que tenía alquilada en la callejuela de S... y, con paso lento e indeciso, se dirigió al puente K... (Anna Grigorievna, esposa de Dostoievski, descodificó todas esas inciales, que corresponden a Petersburgo).

Y así podríamos continuar por muchas de sus restantes obras.

Dostoievski vivió en diecinueve casas diferentes en la ciudad de Petersburgo a lo largo de su vida por lo cual conocía al dedillo su topografía, circunstancia que le permitió describir fielmente el deambular de sus personajes por la ciudad, hasta el extremo de convertir a la ciudad que le vería morir más tarde en cómplice de muchos de los actos realizados por sus protagonistas de ficción.

Dostoievski decía de Petersburgo que era la ciudad más premeditada del mundo, la más inventada, planeada, la más imaginaria, quimérica, fantástica. Para él esta creación de Pedro I, plena de artificialidad, abría un abismo que la separaba del pueblo ruso tradicional.

No fue solamente Dostievski el que indrodujo el tema de la ciudad en la novela europea. Otros autores rusos podrían relacionarse asimismo íntimamente con la ciudad: Alexander Pushkin y Nikolai Gogol, pero analizar las diferentes concepciones que tenían de Petersburgo sería objeto de otro artículo diferente. Gogol mantenía que no podía ser considerada como una ciudad rusa, que parecía una colonia europea, donde lo extranjero se había fundido con lo autóctono. Una ciudad cuya esencia era difícil de captar.

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samedi 16 août 2008

+ BAUDELAIRE y PARÍS

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A la hora de escoger París como capital literaria hemos debido de seleccionar entre una amplia nómina de escritores formada por grandes autores: Balzac, Víctor Hugo, Zola, Proust,…, incluso podría haberme inclinado por Julio Cortázar, porque todos ellos tuvieron que ver con la ciudad en mayor o menor medida, pero finalmente nos hemos decidido por Charles Baudelaire, llamado el poeta maldito, nacido en París en 1821, al que obliga la familia a partir para las Indias y que vuelve a París porque no quiere ser sino escritor. Descubre la obra de Edgar Allan Poe, ese maldito de ultramar, otro incomprendido que se le asemeja, y durante diecisiete años va a dar a conocer su obra y a traducirla.

Con sus poemas aspiraba a escandalizar a la burguesía. Su poesía oscila entre lo sublime y lo diabólico y es muy controvertida. Tuvo una gran influencia en la poesía de los siglos XIX y XX.

Escribe Las flores del mal, flores malsanas, una colección de poemas sublimes que dedica a su maestro y amigo Théophile Gautier, obra que causó una gran polémica y por la que fue procesado por ofensas a la moral pública y las buenas costumbres. Se dictó la orden de suprimir seis de los poemas y se le impuso una multa de trescientos francos. Abrió, sin duda, el camino a la poesía moderna.

Dejemos algunas estrofas sueltas de unos cuantos poemas para poder apreciar su poesía, con su traducción al francés para mejor visualizar la rima:

Madrigal triste
¿Qué me importa que seas discreta?
¡Sé bella! ¡Y sé triste! Las lágrimas
Agregan un encanto al rostro,
Como el río al paisaje;
La tempestad rejuvenece las flores.
Yo te amo sobre todo cuando el júbilo
Desaparece de tu frente abatida;
Cuando tu corazón en el horror se ahoga;
Cuando sobre tu presente se despliega
La nube horrenda del pasado.
...

Madrigal triste
Que m'importe que tu sois sage?
Sois belle! et sois triste! Les pleurs
Ajoutent un charme au visage,
Comme le fleuve au paysage;
L'orage rajeunit les fleurs.
Je t'aime surtout quand la joie
S'enfuit de ton front terrassé;
Quand ton coeur dans l'horreur se noie;
Quand sur ton présent se déploie
Le nuage affreux du passé.
...


***

A una Dama criolla
En el país perfumado que el sol acaricia,
Yo he conocido, bajo un dosel de árboles empurpurados
Y palmeras de las que llueve sobre los ojos la pereza,
A una dama criolla de encantos ignorados.
Su tez es pálida; la morena encantadora
Tiene en el cuello un noble amaneramiento;
Alta y esbelta, al marchar como una cazadora,
Su sonrisa es tranquila y sus ojos arrogantes.
...

A une Dame créole
Au pays parfumé que le soleil caresse,
J'ai connu, sous un dais d'arbres tout empourprés
Et de palmiers d'où pleut sur les yeux la paresse,
Une dame créole aux charmes ignorés.
Son teint est pâle et chaud; la brune enchanteresse
A dans le cou des airs noblement maniérés;
Grande et svelte en marchant comme une chasseresse,
Son sourire est tranquille et ses yeux assurés.
...

La hermosa actriz mulata Jeanne Duval se convirtió en la amante más querida de Baudelaire y en la inspiración de algunos de sus más brillantes y discutidos poemas.

***

Cuadros parisienses
El sol

A lo largo del viejo faubourg, donde penden en las casuchas
Las persianas, abrigo de secretas lujurias,
Cuando el sol cruel cae con trazos redoblados
Sobre la ciudad y los campos, sobre los techos y los trigales,
Yo acudo a ejercitarme solo en mi fantástica esgrima,
Husmeando en todos los rincones las sorpresas de la rima.
Tropezando sobre las palabras como sobre los adoquines.
Chocando a veces con versos hace tiempo soñados
...
.

Tableaux parisiens
Le Soleil

Le long du vieux faubourg, où pendent aux masures
Les persiennes, abri des sécrètes luxures,
Quand le soleil cruel frappe à traits redoublés
Sur la ville et les champs, sur les toits et les blés,
Je vais m'exercer seul à ma fantasque escrime,
Flairant dans tous les coins les hasards de la rime,
Trébuchant sur les mots comme sur les pavés
Heurtant parfois des vers depuis longtemps rêvés.
...


***

Yo te adoro
Yo te adoro al igual que la bóveda nocturna,
Oh, vaso de tristeza, oh gran taciturna,
Y te amo lo mismo, bella, cuando tú me huyes,
Y cuando me pareces, ornamento de mis noches,
...


Je t’adore
Je t'adore à l'égal de la voûte nocturne,
O vase de tristesse, ô grande taciturne,
Et t'aime d'autant plus, belle, que tu me fuis,
Et que tu me parais, ornement de mes nuits,
...


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vendredi 15 août 2008

+ DOS PASSOS y NEW YORK

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Es a mi juicio el mejor y más despiadado biógrafo que New York y toda América han tenido.

Manhattan Transfer, a la que nos referimos en el artículo del mismo nombre, incluida en el apartado de FRAGMENTOS, en "narrador.es", es la novela de New York. En ella están contenidos la sangre, la carne, el espíritu, los vicios y las miserias de la babilónica ciudad con una perfecta maestría. Abarca toda una generación y la ciudad es la única protagonista, aunque la trama la forman más de un centenar de personajes de todo tipo, fiel reflejo de las gentes de New York.

De la novela se ha dicho, entre otras muchas cosas, que era el panorama del sonido, el olor, el ruido y el alma de New York (Sinclair Lewis, Premio Nobel de Literatura).

Está escrita con una técnica cinematográfica, en la que se entremezclan los personajes que viven en New York y sus circunstancias, sus tragedias, sus pequeños dramas y sus farsas. Consta de tres secciones. Queremos dejar constancia de algunos párrafos que darán una idea aproximada de la composición de la obra:

SECCIÓN PRIMERA

I.
EMBARCADERO.

Tres gaviotas giran sobre las cajas rotas, las cáscaras de naranja, los repollos podridos que flotan entre los tablones astillados de la valla. Las olas verdes espumajean bajo la proa del ferry que, arrastrado por la marea, corta el agua, resbala, atraca lentamente en el embarcadero. Manubrios que dan vueltas con un tintineo de cadenas, compuertas que se levantan, pies que saltan a tierra. Hombres y mujeres entran a empellones en el maloliente túnel de madera, apretujándose y estrujándose como las manzanas al caer del saetín a la prensa.

Hemos llegado a la aduana de Manhattan, estamos ante la gran urbe.

I.
METRÓPOLI.

Babilonia y Nínive eran de ladrillo. Toda Atenas era doradas columnas de mármol. Roma reposaba en anchos arcos de mampostería. En Constantinopla los alminares llamean como enormes cirios en torno al Cuerno de Oro…
Acero, vidrio, baldosas, hormigón serán los materiales de los rascacielos. Apilados en la estrecha isla, edificios de mil ventanas surgirán resplandecientes, pirámide sobre pirámide, blancas nubes sobre la tormenta.


Nos anticipa un flash de la gran ciudad.

III-DÓLARES

Caras a todo lo largo de la batayola; caras en todas las portillas. Asotavento salía un olor rancio del vapor que estaba fondeando en el puerto, un poco escorado, con la bandera amarilla de la cuarentena ondeando en el palo mayor.
—Un millón de dólares daría yo
—dijo el viejo soltando los remos —por saber a qué vienen.
—Por eso mismo, abuelo —dijo el joven sentado a la popa. ¿No es éste el país de la oportunidad?
—Una cosa sé —continuó el viejo—. Y es que cuando yo era un muchacho no venían más qu’irlandeses por primavera, con el primer barco de sábalos… Ya no hay sábalos y esa gente, Dios sabe de dónde vienen.
—Es el país de la oportunidad.

IV-CARRILES
V -RODILLO DE VAPOR


Lentamente nos va introduciendo en la vida económica de las gentes y de la ciudad de New York, en su entramado de vías, en la construcción de carreteras,…, a la par que nos va presentando Dos Passos a los personajes de la novela.

Y termina la TERCERA SECCIÓN, con

I-LA CIUDAD ALEGRE Y CONFIADA

IV-RASCACIELO
V- LA CARGA DE NÍNIVE.

En el artículo La Literatura y las guerras también hablamos del Dos Passos viajero y periodista.

Acudiendo a Manhattan Transfer es ineludible vincular la figura de Dos Passos a New York y llamarle biógrafo de la ciudad. Siempre lo he creído así.

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+ HEMINGWAY y PAMPLONA

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En un monumento existente en un paseo de la ciudad de Pamplona, frente a su Plaza de Toros, puede leerse la siguiente inscripción:

A Ernest Hemingway, Premio Nobel de Literatura, amigo de este pueblo y admirador de sus fiestas, que supo descubrir y propagar. La Ciudad de Pamplona, San Fermín, 1968.

Es el sencillo homenaje que esta ciudad ha tributado a alguien que llegó por vez primera a la ciudad en julio de 1923, recién iniciados los Sanfermines, y que volvería en diferentes ocasiones, la última en 1959 (falleció en 1961), que ya entonces participó activamente en ellas corriendo delante de los toros, que bebió y vivió con los pamplonicas y experimentó realmente la alegría de las fiestas.

En su primera novela de importancia, Fiesta (The sun also rises), escrita tres años después de visitar por primera vez Pamplona, los personajes de la obra se dirigen a esa ciudad y en ella se describe la fiesta con gran detalle. Fue llevada al cine en 1957 y el filme fue dirigido por Henry King.

Es evidente que con sus visitas reiteradas a España, y especialmente a Pamplona, Hemingway contribuyó grandemente a la difusión internacional de los Sanfermines.

Un hijo del escritor, Patrick, ha manifestado que España era para mi padre su segundo país, su país de adopción; le gustaba tanto que estuvo allí incluso durante la dictadura franquista, después de haberse jurado que nunca más podría pisar España.

Hemingway y Pamplona forman un binomio que el paso de los años ha contribuido a fortalecer, de modo tal que Hemingway ha ayudado a propagar el nombre de la ciudad en el mundo e incluso a que en determinados países de habla anglosajona se cambie la perspectiva que se tiene de nuestro país, ayudando a que muchos visitantes extranjeros, ilustres o no, acudan a la capital de Navarra en viaje turístico a conocer sus fiestas populares. Pamplona agradeció este gesto del escritor, a la vez que España, suministrándole material para algunas de sus novelas.

Algunas de las obras de Hemingway que se desarrollan en España son, además de la mencionada Fiesta, las siguientes:

Por quién doblan las campanas (For whom the bell tolls), ambientada en la guerra civil española.

Muerte en la tarde (Death in the afternoon), dedicada al mundo de las corridas de toros.

La Quinta Columna (su única obra dramática), apelativo con que se refiere a los simpatizantes civiles republicanos residentes en Madrid durante la guerra civil en España. La acción se desarrolla en un hotel de la capital madrileña.

Cuentos. Dentro de la nómina de sus cuentos o relatos, más de cincuenta, recordamos algunos ambientados en el conflicto bélico de España:

La denuncia
La mariposa y el tanque
La noche anterior a la batalla
Bajo la colina.


Hemingway supo sacar partido a su estancia como corresponsal de guerra durante la guerra española del 36. Nos hemos ocupado del escritor en artículos anteriores, en La Literatura y las guerras y en La Literatura y la montaña.

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jeudi 14 août 2008

+ GALDÓS y MADRID

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Es posible que se pueda establecer un binomio diferente entre Madrid y otro escritor, p.e., con Mesonero Romanos, escritor costumbrista madrileño, pero a mi modo de ver es Benito Pérez Galdós, nacido en Las Palmas de Gran Canaria, quien se lleva la palma.

Se vino a Madrid con veinte años para ser madrileño auténtico, convencido, cuyas calles recorrió paseando innumerables veces, conoció las típicas casas de huéspedes sórdidas, acogedoras y pintorescas que serán tema literario hasta bien entrado el siglo siguiente, frecuentando la de la calle de las Fuentes y posteriormente la de la calle del Olivo (hoy Mesonero Romanos) y otras.

Encontró una lejana evocación hogareña en El Ateneo madrileño, en la calle de la Montera.

Aparte del tiempo dedicado a la Universidad, todo su vivir lo dedicaba a leer y a andar por Madrid de punta a cabo. En el bellísimo ensayo titulado Madrid nos relata ‘que no podía resistir la tentación de lanzarme a las calles en busca de una cátedra y enseñanza más amplias que las universitarias; las aulas de la vida urbana, el estudio y reconocimiento visual de sus calles, callejuelas, angosturas, costanillas, plazuelas y rincones de esta urbe madrileña, que a mi parecer contenía materia filosófica, jurídica, económica, económico-política y, sobre todo, literaria…, asistiendo al relevo de la guardia de Palacio…embelesado con el militar estruendo de charangas, tambores y clarines, el rodar de la artillería, el desfile de las tropas a pie y a caballo y el gentío no exclusivamente popular…’.

Recorría además de calles, las viejas iglesias, los palacios antiguos… Frecuentaba el Café de Naranjeros, de la plaza de la Cebada; la tertulia del Café Universal, en la Puerta del Sol; el Café Europeo en la calle de Sevilla (hoy de Arlabán), frecuentada por toreros, cómicos y mujeres de vida desenfadada; menos el Café de la Iberia, hirviente de política; asistía con frecuencia al Teatro Real y al Teatro Español.

Con motivo de la revolución de 1868, que derribaba del trono a Isabel II y proclamaba el triunfo de la República tuvo la ocasión de ver la entrada en Madrid de los generales Serrano y Prim.

De todos estos lugares, andanzas y costumbres nos hablaría Galdós en sus obras, en las que se aprecia, al margen de la calidad literaria, el conocimiento profundo de la ciudad y el amor que le profesaba.

A Galdós se le conoce como el cronista del siglo XIX y testimonio de ello son sus Episodios Nacionales, que empiezan con Trafalgar (1805) y acaban con Cánovas (fallecido en 1897), es decir, ejerce de testigo histórico de la vida española durante casi un siglo, con detalles reales de las gentes y las costumbres de la época. Y se ciñe tanto a la realidad que antes de escribir Trafalgar visitó en Santander, en la plaza del Pombo, a un superviviente de la batalla, un viejecito de unos 90 años. Y para escribir Zumalacárregui anduvo buscando datos y noticias en Cegama, Beasain, Azpeitia, Loyola, Azcoitia, Bilbao,…, y se entrevistó con un sobrino carnal del aguerrido general.

Madrid está presente en la mayoría de sus novelas, especialmente en La Fontana de Oro, El audaz, La familia de León Roch,…, obras de su primera época, pero también en otras, como Fortunata y Jacinta, una de sus novelas cumbre, realmente enraizada en Madrid, en que nos describe en unas dos mil páginas un espléndido paisaje urbano con numerosos personajes comunes y populares.

Para darnos cuenta del alcance del conocimiento y devoción que sentía Galdós por los escenarios madrileños baste analizar con mayor detalle una de sus mejores novelas: Misericordia. Nos dice Galdós: “En ‘Misericordia’ me propuse descender a las capas más íntimas de la sociedad matritense, describiendo y presentando los tipos más humanos, la miseria, dolorosa casi siempre, en algunos casos picaresca o criminal y merecedora de corrección. Para esto hube de emplear largos meses en observaciones y estudios directos del natural, visitando las guaridas de gente mísera o maleante que se alberga en los populosos barrios del Sur de Madrid. Acompañado de policías escudriñé las ‘Casas de dormir’ de las calles de Mediodía Grande y del Bastero, y para penetrar en las repugnantes viviendas donde celebran sus ritos nauseabundos los más rebajados prosélitos de Baco y Venus, tuve que disfrazarme de médico de la Higiene Municipal…”.

“El ‘moro Almudena, Mordejai’, que parte tan principal tiene en la acción de la novela, fue arrancado del natural por una feliz coincidencia…que en el Oratorio del Caballero de Gracia pedía limosna un ciego andrajoso, que por su facha y lenguaje parecía de estirpe agarena. Acudí a verle y quedé maravillado de la salvaje rudeza de aquel infeliz que en español aljamiado interrumpido a cada instante por juramentos terroríficos… Le llevé conmigo por las calles de Madrid, con escala en varias tabernas…”.


Estos pasajes nos dan una leve idea de la profundidad con que Galdós conocía y retrata las escenas de la geografía humana matritense.

No nos queda espacio para unas valoraciones sobre por qué Galdós no es más popular en nuestros días (mala propaganda de su figura durante la época de la dictadura, etc.) y en su ideología política (se confesaba republicano).

Solamente hemos querido mostrar cómo vivía Madrid el escritor más madrileño de los no madrileños y cuán bien conocía y amaba la capital.

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mercredi 13 août 2008

+ FRANZ KAFKA y PRAGA

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¿Os suenan los nombres de Berta Suttner, Jaroslav Heyroský, Greta y Karl Cori, Jaroslav Seifert,…? Son escritores y científicos que alcanzaron en su día el Premio Nobel en diferentes modalidades.

¿Y Jan Neruda, poeta y cuentista que inspiró el seudónimo a Pablo Neruda y autor de Cuentos de Malá Strana, nombre de un tranquilo barrio praguense, cuya calle principal lleva hoy su nombre?

Quizás nos suene más a todos el poeta universal Rainer María Rilke.

Todos ellos tienen en común que han nacido en la ciudad de Praga.

Pero hay alguien que está en todas partes en Praga, que nació también en Praga, de quien hemos sabido con el paso de los años que se apoderó del espíritu de la ciudad y viceversa, que amó y odió a la ciudad y que habiendo huido de ella para vivir en otro lugar vino a morir en las afueras de Viena, pero está enterrado en Strašnice —uno de los veintidós distritos de Praga—, en el cementerio judío. Ese alguien no es otro que Franz Kafka. Y este nombre sí es bien conocido de todos.

Y es bien conocido por que ha sido objeto del interés de investigadores, escritores y lectores comunes y curiosos. Aunque ya me referí al escritor checo en mi artículo Así veo a Kafka, resaltaré aquí exclusivamente las señas que dan forma al binomio Kafka-Praga.

Hay algún ilustre praguense que ha afirmado que Kafka es Praga y Praga es Kafka.

K., sin mencionar la ciudad, nos lleva de la mano en un paseo solitario y nocturno por una Praga gélida y deshabitada a mi parecer en Descripción de una lucha.

Y en un parque de Praga (quizás el Riegrovy Sady), en la Ciudad Vieja, paseando junto a su compañera Dora, encuentra a una niña llorando a lágrima viva que ha perdido su muñeca, y a partir de este simple hecho nos regala la conmovedora historia de La muñeca viajera, que pueden leer íntegra en el artículo citado anteriormente.

Y en El Castillo de Praga, situado en una de las márgenes en que divide el río Moldava a la ciudad se inspiró K. para escribir su relato El castillo.

Y en su conocidísima novela El proceso nos lleva a la catedral (dentro del recinto del Castillo) y uno se hace en ella al leer en el capítulo IX: …Y se metió un pequeño diccionario (de italiano) en el bolsillo. También cogió un álbum de los monumentos artísticos de la ciudad que tenía preparado para el forastero.

Por Max Brod, amigo de Kafka y su albacea testamentario, al que debemos el conocimiento de muchos de sus escritos, sabemos del deambular del escritor por algunos cafés de Praga, cafés literarios, sobre todo por el Café Slavia, en donde prolongaba su estancia durante horas.

Y de su paso por el palacio Golz-Kinský, en que Kafka estudió bachillerato (hoy acoge exposiciones).

Y que en Hotel Archiduque Esteban (actual Europa) hizo la primera lectura pública del relato La condena.

Y que en Praga conoce al gran amor de su vida, Felice Bauer, a la que escribía una carta diaria.

Y que en la ciudad tuvo cinco domicilios diferentes.

Numerosos intelectuales y escritores han realizado estudios y ensayos sobre Kafka. Uno de ellos ha sido Borges, que se ocupó de explicarnos la forma en que escribía Kafka, que aquél llama regresus in infinitum, del que nos dice que es un proceso lógico, aplicado por los escolásticos, basado en los fundamentos filosóficos de las paradojas.

Hemos trazado una serie de conexiones de Kafka con la ciudad de Praga.

Y de la de Praga con Kafka, ¿qué? Praga ha hecho de Kafka un icono, que puede comprobarse fácilmente si se visita la ciudad.

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vendredi 1 août 2008

+ ALMA ANDALUZA

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Dejo aquí algunas pinceladas sobre Andalucía y los andaluces, cantados por poetas andaluces. Es uno de los temas más utilizados universalmente por todos los poetas nacidos en el Sur, más quizás que en ninguna otra zona de España, de los que existe una buena nómina:

Federico García Lorca

Antonio Machado

Manuel Machado

Gustavo Adolfo Bécquer

Vicente Aleixandre

Juan Ramón Jiménez

Luis Cernuda

Rafael Alberti

José Bergamín



Cádiz, salada claridad; Granada
agua oculta que llora.
Romana y mora, Córdoba callada.
Málaga cantaora.
Almería dorada.
Plateado Jaén. Huelva a la orilla
de las tres carabelas.
Y Sevilla.

Manuel Machado

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Cuando escucho en tu guitarra
un cante por soleá
oigo en mi alma un silencio
que es música de verdad.

Música tan de verdad
que las estrellas se callan
para poderla escuchar.

José Bergamín

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Los álamos de plata
saliendo de la bruma!
¡El viento solitario
por la marisma oscura,
moviendo -terremoto
irreal- la difusa
Huelva lejana y rosa!
¡Sobre el mar, por la Rábida,
en la gris perla húmeda
del cielo, aún con la noche
fría tras su alba cruda
- ¡horizonte de pinos! -,
fría tras su alba blanca,
la deslumbrada luna!

Juan Ramón Jiménez

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Perdido está el andaluz
del otro lado del río.
-Río, tú que lo conoces:
¿quién es y por qué se vino?
Vería los olivares
cerca tal vez de otro río.
-Río, tú que lo conoces:
¿qué hace siempre junto al río?
Vería el odio, la guerra,
cerca tal vez de otro río.
-Río, tú que lo conoces:
¿qué hace solo junto al río?
Veo su rancho de adobe
del otro lado del río.
No veo los olivares
del otro lado del río.
Sólo caballos, caballos,
caballos solos, perdidos.
¡Soledad de un andaluz
del otro lado del río!
¿Qué hará solo ese andaluz
del otro lado del río?

Rafael Alberti

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Giralda es prisma puro de Sevilla
nivelada del plomo y de la estrella,
molde en engaste azul, torre sin mella,
palma de arquitectura sin semilla.

Si su espejo la brisa en frente brilla,
no te contemples -¡ay, Narcisa!- en ella;
que no se mude esa tu piel doncella,
toda naranja al sol que se te humilla,

Al contraluz de luna limonera,
tu arista es el bisel, hoja barbera,
que su más bella vertical depura.

Resbala el tacto su caricia vana.
Yo mudéjar te quiero y no cristiana.
Volumen nada más: base y altura.

Gerardo Diego

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Sevilla es una torre
llena de arqueros finos.
Sevilla para herir.
Córdoba para morir.
Una ciudad que acecha
largos ritmos,
y los enrosca
como laberintos.
Como tallos de parra
encendidos.
¡Sevilla para herir!
Bajo el arco del cielo,
sobre su llano limpio,
dispara la constante
saeta de su río.
¡Córdoba para morir!
Y loca de horizonte,
mezcla en su vino
lo amargo de Don Juan
y lo perfecto de Dioniso.
Sevilla para herir.
¡Siempre Sevilla para herir!

Federico García Lorca

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El río Guadalquivir
va entre naranjos y olivos.
Los dos ríos de Granada
bajan de la nieve al trigo.

¡Ay, amor
que se fue y no vino!


El río Guadalquivir
tiene las barbas granates.
Los dos ríos de Granada
uno llanto y otro sangre.

¡Ay, amor
que se fue por el aire!


Para los barcos de vela,
Sevilla tiene un camino;
por el agua de Granada
sólo reman los suspiros.

¡Ay, amor
que se fue y no vino!


Guadalquivir, alta torre
y viento en los naranjales.
Dauro y Genil, torrecillas
muertas sobre los estanques,

¡Ay, amor
que se fue por el aire!


¡Quién dirá que el agua lleva
un fuego fatuo de gritos!

¡Ay, amor
que se fue y no vino!


Lleva azahar, lleva olivas,
Andalucía, a tus mares.

¡Ay, amor
que se fue por el aire!


Federico García Lorca

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Mi niña se fue a la mar,
a contar olas y chinas,
pero se encontró, de pronto,
con el río de Sevilla.

Entre adelfas y campanas
cinco barcos se mecían,
con los remos en el agua
y las velas en la brisa.

¿Quién mira dentro la torre
enjaezada, de Sevilla?
Cinco voces contestaban
redondas como sortijas.

El cielo monta gallardo
al río, de orilla a orilla.
En el aire sonrosado,
cinco anillos se mecían.

Federico García Lorca

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Kasida del misterio


En un barrio de Sevilla
hay una casa cerrada.

¿Por quién florecen los nardos?
¿Por quién blanquean las tapias?

Desde la calle se escucha
rumor de fuentes y aguas.

¿Quién se mira en sus cristales?
¿Quién en su fondo se baña?

La gente pasa con miedo
ante la casa encantada.

Por el corredor del patio
se oye a una mujer que canta.

¿Será la amante de un moro?
¿Será cuerpo de fantasma?

La casa estuvo encendida
toda una noche hasta el alba.

Al amanecer, muy honda,
se ha escuchado una guitarra.

Lloraba una inmensa pena
de soledad y desgracia.

La casa es como un fanal
para perfumes y lágrimas.

La guitarra se dolía
con sollozos de dos almas.

¿Quién lloraba entre las flores?
¿Quién con su muerte ya hablaba?

Era una noche de estío.
En una casa cerrada.

Joaquín Romero Murube

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mardi 29 juillet 2008

+ A UN AMIGO

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Hombre, mi buen amigo, me haces una difícil propuesta. ¡Que te dé ideas para escribir un buen relato o cuento! ¡Ya las quisiera yo para mí! ¡Y me pides que te hable algo sobre qué veo con una cámara fotográfica en la mano, por ejemplo!

Me hablas de las cámaras Leica y me instas a que te diga algo de mi experiencia.

A un escritor le resulta poco probable que le puedas tú hacer ver detalles para una historia. Muchos escritores, entre ellos Cortázar, a quien mucha gente se acercaba con maravillosos temas para que escribiese una novela, un cuento, etc., han contestado siempre con un ‘Sí, es un asunto precioso para escribir una buena historia. Escríbala usted’. Es decir debe uno llevar al papel sentimientos propios y resulta problemático dar ideas que sirvan a este respecto.

Si además las ideas, notas, sugerencias, tienen que estar relacionadas con la fotografía, o sea, con una –digamos- especialidad, peor que peor. Por ejemplo, dos cámaras viejas, de prestigio, que seguro que aman los amantes de la fotografía pueden ser una Leica o una Hasselblad. Son fuertes, compactas, maravillosas. Las Leicas tienen además una óptica excepcional.

Si yo tuviera una Leica de más de treinta años, carísimas, pongamos por caso, diría que… ‘Mi Leica no es una cámara. Es un instrumento con el que creo. Son mis manos y mis ojos. Es parte de mí. Es como una mujer amada. Hay que acariciarla para que funcione adecuadamente’.

Tengo una vieja Nikon y una Canon que no lo es tanto, que me han dado muchas alegrías, y que conservo con especial cariño. Hace tiempo que me pasé a la fotografía digital.

Y ya actuando con ellas veo cantidad de cosas sobre las que se puede decir mucho. Por ejemplo, las calles de una ciudad y sus gentes, su forma de vivir. O todo un barrio antiguo y famoso, altamente típico, que me recuerda su historia árabe: el barrio de la Alfama, en Lisboa, con sus farolillos multicolores, que Serrat evoca con nostalgia en su canción ‘Fiesta’ o cuya presencia espiritual siento escuchando la canción-fado ‘Lejos de Lisboa’, de Pasión Vega.

Si hablamos de paisajes urbanos incluiré los edificios en los que vivimos y trabajamos. Habría que captar la forma en que la gente se relaciona con la ciudad, tanto cuando es entrañable como cuando no lo es. La fila de casas iguales, bajas, fotografiadas con un teleobjetivo, se abre como un acordeón dándonos la sensación de monotonía. Una fotografía agradable sin embargo nos mostrará a los vecinos charlando animadamente en el patio de atrás.

Si estamos en una gran ciudad, las perpendiculares convergentes de los rascacielos, inclinando la cámara, nos dará la impresión de altura. Y una panorámica de los rascacielos con luces en las ventanas nos hablará de la animación de la noche en la ciudad.

Si quieres decirnos cómo es una ciudad y reflejar su ambiente y su carácter, toma una calle y fotografíala (o habla de ella) a diferentes horas y verás cómo cambia: por la mañana temprano puedo pasear por ella sin gente; una bruma mañanera creará una sensación de misterio o de presagio. Puedo buscar al trabajador solitario que empieza el día. Las personas sumergidas en un paisaje urbano no tienen individualidad, simbolizarían cómo la ciudad y el hombre trabajan conjuntados.

La hora punta permite captar la prisa de la gente. Con una cámara se puede dar esta sensación moviendo la cámara en un seguimiento del sujeto a fotografiar o con una velocidad lenta de obturación (1/30 ó 1/15) para tomar una imagen borrosa. Un teleobjetivo enfatiza la extensión de un embotellamiento al comprimir la perspectiva y hacer aparecer los coches más pegados de lo que están. Como un teleobjetivo tiene poca profundidad de campo, conviene enfocar a un punto medio y si tienes mal pulso usar un trípode.

Las formas y los dibujos existen en cualquier calle y a cualquier hora del día. Una pila de latas en un escaparate, los dibujos que forman las vigas de un edificio, un buzón armonizando su color con el de la casa del fondo, los cristales de una gran fachada que reflejan imágenes cercanas. Los colores llamativos suelen crear imágenes impactantes.

Vaciar una calle se puede conseguir con la cámara sobre un trípode, con una apertura pequeña y con una exposición de un minuto o más.

Deformación. Con un objetivo gran angular y la cámara a nivel del suelo se consigue una deformación eficaz, haciendo aparecer a la gente y a los edificios más altos.

Todo esto, que parece más un tratado de fotografía que ideas para ofrecer temas a un escritor, es lo que yo he sentido y siento con una cámara en la mano. Algún día escribiré sobre ello más en profundidad. Mientras tanto, te propongo a ti que lo hagas y te aconsejo que me respondas como lo hacía Cortázar cuando le sugerían temas para escribir.

Como puedes comprobar el fotógrafo pone las bellas imágenes y el escritor las bellas palabras. Sólo he sido aprendiz de fotógrafo y ahora estoy en lo de aprendiz de escritor, como tú.

Yo te he dicho lo que siento y lo que veo. No sé lo que sentirás y verás tú. Intenta escribirlo a partir de la visión de una calle de tu ciudad. O de un barrio.

Espero que algo te sirva.

Con afecto,

Antonio S.

mercredi 18 juin 2008

+ MÁS SOBRE ARTURO REYES

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Completo el artículo anterior sobre Arturo Reyes con dos testimonios sobre su memoria: una fotografía antigua de la calle Arturo Reyes, de Melilla, muy anterior a la época en que viví en ella, y el gráfico del día de su muerte.

mardi 17 juin 2008

+ ARTURO REYES, POETA

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Hoy he recordado durante unos momentos mi estancia con diez o doce años en Melilla, en la calle Arturo Reyes, vía céntrica de la ciudad, hoy con otro nombre.

Presumo que ha sido algo de tipo paranormal, pues buscando material para mis trabajos me he encontrado que hoy, 17 de junio, precisamente hoy, en el año 1913, falleció un hijo predilecto de mi tierra, de Málaga: Arturo Reyes.

En los años de mi infancia desconocía quién fue Arturo Reyes. Lo supe muchos años después, cuando ya no vivía en ‘su’ calle.

Arturo Reyes fue un poeta malagueño (1864-1913), nacido en la barriada del Perchel. Con un año su madre abandonó al padre y éste murió cuando Arturo contaba 12 años de edad.

Fue funcionario municipal, creó una academia teatral y ejerció la profesión de redactor de prensa de conocidos periódicos (El Correo de Andalucía, El Cronista, La Unión Mercantil, Blanco y Negro,…). Amó a su ciudad apasionadamente. Fue nombrado hijo adoptivo de ella con ocasión de la concesión por la Real Academia Española del Premio Fastenrath. En un acto-homenaje celebrado en el teatro Cervantes de la ciudad en cierta ocasión —recibió varios— dedicó a su ciudad los siguientes versos:

"Málaga hermosa,
Málaga mía,
gala y orgullo
de Andalucía; ...
Por tanto amarte
no quise nunca
dejar tu seno
donde se trunca
mi vida toda, donde he vivido,
donde he sufrido, donde he luchado,
Más olvidado que bien querido;
más aunque siempre más me han amado
lejos del nido donde he nacido,
¡cómo dejarte si siempre has sido
y eres la musa de mis canciones!;
¡cómo dejarte, si tú los sones
de mis canciones das a mi lira!...
¡Ay, no te dejo,
no te abandono
que es en tu seno
donde ambiciono
ver acercarse mi hora postrera,
cuando ya a salvo mi caravana
dejar consiga tras la frontera
siempre indecisa, siempre lejana
de los abrojos que hallé doquiera
posé mi planta! ¡Ay, quien pudiera
tras tantas luchas y sinsabores,
dormir tranquila y eternamente,
bajo tu cielo resplandeciente,
bajo tus campos llenos de flores!".


Con motivo del éxito de una de sus novelas (La Goletera, 1901) es alabado por toda la prensa nacional, a cuya presentación asisten Ramiro de Maeztu, Benavente y Ortega, entre otros. Ricardo León le dedica en la ocasión un poema extenso, del que entresacamos:

“El genio resplandece en su mirada
desbordante de luz y de energía
y tiñe con su luz arrebolada
los recios trazos de su tez, tostada
por el ardiente sol de Andalucía.

Alma de artista, corazón de atleta,
de fe, de amores y entusiasmo lleno,
llegó el Arte a la gloriosa meta,
ciñendo la corona de poeta
a sus robustas sienes de agareno.

Sus versos resplandecen como espadas
escintiladas por el sol; su prosa
vibra en ondas de luz, en oleadas
de música y color, en llamaradas
de genio audaz, de inspiración radiosa...".


Mantuvo amistad con Benito Pérez Galdós, Salvador Rueda, Antonio Cánovas del Castillo (gobernador civil de Málaga, sobrino del conocido político homónimo y famoso fotógrafo que hizo popular el nombre de ‘Kaulak’, retratista de la familia real).

De Arturo Reyes podemos destacar en poesía: Íntimas, Ráfagas, Otoñales, Desde el surco, Béticas,…; relatos o cuentos: Conchita la burrera, El sargento Pelayo, Cuentos andaluces, Del Bulto a la Coracha (llevada al teatro) y novelas: Cartucherita, El lagar de la Viñuela (drama rural), La goletera, …

Sirvan estas líneas como homenaje a un luchador en vida para que su obra fuera conocida, a pesar de que en ocasiones se lamentaba del poco éxito económico y de ‘no ser profeta en su tierra’, en este aspecto quizás más pronunciadamente en su propia tierra, tal como confesó en cierta ocasión: Se extraña usted que en Málaga se vendan pocos libros . No sé si los míos tendrán algún mérito, pero voy a citarle a usted el caso de mi obra "La Goletera": Solamente en Madrid vendí en dos ediciones más de cinco mil ejemplares; aquí en Málaga no habrá llegado a un centenar, y éstos, colocados de compromiso.

Muchos escritores de talento siguen sufriendo en sus carnes hoy día las mismas dificultades.

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dimanche 8 juin 2008

+ ASINUS AUREUS

(El asno de oro)
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Un siglo más tarde que Petronio desarrolla su actividad literaria Lucio Apuleyo, de nacionalidad romana, nacido en Numidia (actual Argelia) hacia el año 124, que vivió en la época romana de los Antoninos. Su educación se llevó a cabo en Cartago y Atenas, llegando a actuar como abogado en la propia Roma.

Escribió sobre temas muy diversos: botánica, medicina, astronomía, filosofía, etc.

Su obra fundamental es la novela que él llamó Metamorfosis, también denominada El asno de oro, llena de episodios de carácter erótico y satírico. Es la única novela latina completa que se ha podido hallar. Prefigura el género de novela picaresca practicado más adelante por Quevedo, Rabelais, Bocaccio, etc.

El debate sobre la originalidad de esta obra sigue abierto.

La lectura de la novela me llevó en su día a plantearme ciertas consideraciones acerca de las estructuras de determinadas novelas y de la influencia de la literatura griega y romana en la nuestra a través de La Odisea, El asno de oro y El Quijote.

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Extractos de ‘El asno de oro’:

“En este libro, compuesto al estilo de Mileto, podrás conocer y saber diversas historias y fábulas, con las cuales deleitarás tus oídos y sentidos, si quisieres leer y no menospreciares ver esta escritura egipciaca, compuesta con ingenio de las riberas del Nilo; porque aquí verás las fortunas y figuras de hombres convertidas en otras imágenes y tornadas otra vez en su misma forma. De manera que te maravillarás de lo que digo. Y si quieres saber quién soy, en pocas palabras te lo diré: Mi antiguo linaje tuvo su origen y nacimiento en las colinas del Himeto ateniense, en el istmo de Efirea y en el Tenaro de Esparta, que son ciudades muy fértiles y nobles, celebradas por muchos escritores. En esta ciudad de Atenas comencé a aprender siendo mozo; después vine a Roma, donde con mucho trabajo y fatiga, sin que maestro me enseñase, aprendí la lengua natural de los Romanos. Así que pido perdón si en algo ofendiere, siendo yo rudo para hablar lengua extraña. Que aun la misma mudanza de mi hablar responde a la ciencia y estilo variable que comienzo a escribir. La historia es griega, entiéndela bien y habrás placer.

Primer libro

Argumento

Lucio Apuleyo, deseando saber arte mágica, se fue a la provincia de Tesalia, donde estas artes se sabían; en el camino se juntó tercero compañero a dos caminantes, y andando en aquel camino iban contando ciertas cosas maravillosas e increíbles de un embaidor y de dos brujas hechiceras que se llamaban Meroe y Panthia, y luego dice de cómo llegó a la ciudad Hipata y de su huésped Milón, y lo que la primera noche le aconteció en su casa. Lee y verás cosas maravillosas.


Capítulo I

Cómo Lucio Apuleyo, deseando saber el arte mágica, se fue a la provincia de Tesalia, donde al presente más se usaba que en otra parte alguna, y llegando cerca de la ciudad de Hipata, se juntó con dos compañeros, los cuales, hasta llegar a la ciudad, fueron contando admirables acontecimientos de magas hechiceras.

Capítulo II

Cómo Aristómenes, que así se llamaba el segundo compañero,prosiguiendo en su historia, contó a Lucio Apuleyo cómo las dos magas hechiceras Meroe y Panthia degollaron aquella noche a Sócrates,indignadas de él.

Capítulo III

En el cual cuenta Lucio Apuleyo cómo llegó a la ciudad de Hipata, fue bien recibido de su huésped Milón y de lo que le aconteció con un antiguo amigo suyo llamado Pithias, que al presente era almotacén en la ciudad.

Segundo libro

Argumento

En tanto que Lucio Apuleyo andaba muy curioso en la ciudad de Hipata, mirando todos los lugares y cosas de allí, conoció a su tía Birrena, que era una dueña rica y honrada; y declara el edificio y estatuas de su casa, y cómo fue con mucha diligencia él avisado que se guardase de la mujer de Milón, porque era gran hechicera; y cómo se enamoró de la moza de casa, con la cual tuvo sus amores; y del gran aparato del convite de Birrena, donde ingiere algunas fábulas graciosas y de placer; y de cómo guardó uno a un muerto, por lo cual le cortaron las narices y orejas, y después cómo Apuleyo tornó de noche a su posada, cansado de haber muerto no a tres hombres, más a tres odres.

Capítulo I

Cómo andando Lucio Apuleyo por las calles de la ciudad de Hipata, considerando todas las cosas, por hallar mejor el fin deseado de su intención, se topó con una su tía llamada Birrena, la cual le dio muchos avisos en muchas cosas de que se debía guardar.

Capítulo II

Cómo despedido Lucio Apuleyo de Birrena, su tía, se vino para la posada de su huésped Milón, donde, llegado, halló a Fotis la moza de casa, que guisaba de comer. Y enamorándose el uno del otro, concertaron de juntarse a dormir.

Capítulo III

Que trata cómo levantado Lucio Apuleyo de la mísera mesa de Milón, apesarado con los cuentos y pronósticos del candil, se fue a su cámara, adonde halló aparejado muy cumplidamente de cenar, y después de haber cenado se gozaron en uno, por toda la noche, su amada Fotis y él.

Undécimo libro


Capítulo IV

En el cual cuenta su entrada en la religión, y cómo se fue vuelto a Roma, donde, ordenado en las cosas sagradas, fue recibido en el colegio de los principales sacerdotes de la diosa Isis.”.

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samedi 7 juin 2008

+ LA MATRONA DE ÉFESO

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Satyricon es la primera novela en el ámbito occidental, de la que se conservan algunos libros y fragmentos. Es una obra de amor, de aventuras y de viaje, que incluye relatos costumbristas, cuentos populares, crítica literaria, etc.

Para los estudiosos del latín es de destacar la habilidad de Petronio, su autor, en la conversación de algunos personajes del habla cotidiana de las clases populares y bajas.

Escrita en el siglo I a. C. en prosa y en verso, esta novela romana se atribuye a Cayo Petronio Arbiter, aristócrata de familia romana, célebre por su elegancia y su cultura.

De ella extraemos el cuento La matrona de Éfeso, que reproducimos a continuación en versión española.

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(CXI)

En Éfeso había una matrona con tal fama de honesta que hasta venían las mujeres a conocerla desde países vecinos. Esta matrona perdió a su esposo y no se contentó entonces con ir detrás del cuerpo con los cabellos en desorden, como es costumbre entre el vulgo, ni con golpearse el pecho desnudo ante los ojos de todos, sino que fue detrás de su finado marido hasta su tumba y luego de depositarlo, según la usanza de los griegos, en el hipogeo, se consagró a velar el cuerpo y a llorarlo día y noche. Sus padres y familiares no pudieron hacerla cejar en esa actitud que, llevada a la desesperación, la haría morir de hambre. Hasta los magistrados desistieron del intento al verse rechazados por ella. Todos lloraban casi como muerta a esa mujer que daba ejemplo sin igual consumiéndose desde hacía ya cinco días sin probar bocado. La acompañaba una sirvienta muy fiel que compartía su llanto y renovaba la llama de la lamparilla que alumbraba el sepulcro cuando comenzaba a apagarse. En la ciudad no se hablaba de otra cosa que no fuera de esta abnegación, y hombres de toda condición social la daban como ejemplo único de castidad y amor conyugal.

En ese tiempo el gobernador de la provincia ordenó crucificar a varios ladrones cerca de la cripta donde la matrona lloraba sin interrupción la reciente muerte de su marido. Durante la noche siguiente a la crucifixión, un soldado que vigilaba las cruces para impedir que alguno desclavase los cuerpos de los ladrones para sepultarlos, notó una lucecita que titilaba entre las tumbas y oyó los lamentos de alguien que lloraba. Llevado por la natural curiosidad humana, quiso saber quién estaba allí y qué hacía. Bajó a la cripta y, descubriendo a una mujer de extraordinaria belleza, quedó paralizado de miedo, creyendo hallarse frente a un fantasma o una aparición. Pero cuando vio el cadáver tendido y las lágrimas de la mujer, su rostro rasguñado, se fue desvaneciendo su propia impresión, dándose cuenta de que estaba ante una viuda que no hallaba consuelo. Llevó a la cripta, su magra cena de soldado y comenzó a exhortar a la afligida mujer para que no se dejase dominar por aquel dolor inútil ni llenase su pecho con lamentos sin sentido.

-La muerte -dijo- es el fin de todo lo que vive: el sepulcro es la íntima morada de todos.

Acudió a todo lo que suele decirse para consolar las almas transitadas de dolor. Pero esos consejos de un desconocido la exacerbaban en su padecer y se golpeaba más duramente el pecho, se arrancaba mechones de cabellos y los arrojaba sobre el cadáver. El soldado, sin desanimarse, insistió, tratando de hacerle probar su cena. Al fin la sirvienta, tentada por el olorcito del vino, no pudo resistir la invitación y alargó la mano a lo que les ofrecía, y cuando recobró las fuerzas con el alimento y la bebida, comenzó a atacar la terquedad de su ama:

-¿De qué te servirá todo esto? -le decía-. ¿Qué ganas con dejarte morir de hambre o enterrada, entregando tu alma antes que el destino la pida? Los despojos de los muertos no piden locuras semejantes. Vuelve a la vida. Deja de lado tu error de mujer y goza, mientras sea posible, de la luz del cielo. El mismo cadáver que está allí tiene que bastarte para que veas lo bella que es la vida. ¿Por qué no escuchas los consejos de un amigo que te invita a comer algo y no dejarte morir?

Al fin la viuda, agotada por los días de ayuno, depuso su obstinación y comió y bebió con la misma ansiedad con que lo había hecho antes la sirvienta.

(CXII)

Se sabe que un apetito satisfecho produce otros. El soldado, entusiasmado con su primer éxito, cargó contra su virtud con argumentos semejantes.

-No es mal parecido ni odioso este joven- se decía la matrona, que además era acuciada por la sirvienta que le repetía:

-¿Te resistirás a un amor tan dulce? ¿Perderás los años de juventud? ¿A qué esperar más tiempo?

La mujer, después de haber satisfecho las necesidades de su estómago, no dejó de satisfacer este apetito... y el soldado tuvo dos triunfos. Se acostaron juntos no sólo esa noche sino también el día siguiente y el otro, cerrando bien las puertas de la cripta de modo que si pasase por allí tanto un familiar como un desconocido, creyeran que la fiel mujer había muerto sobre el cadáver de su esposo. El soldado, fascinado por la hermosura de la mujer y por lo misterioso de estos amores, compraba de todo lo mejor que su bolsa le permitía y al caer la noche lo llevaba al sepulcro. Pero he aquí que los parientes de uno de los ladrones, notando la falta de vigilancia nocturna, descolgaron su cadáver y lo sepultaron. El soldado, al hallar al otro día una de las cruces sin muerto, temeroso del suplicio que le aguardaría, contó lo ocurrido a la viuda:

-No, no -le dijo- no esperaré la condena. Mi propia espada, adelantándose á la sentencia del juez, castigará mi descuido. Te pido, mi amada, que una vez muerto me dejes en esta tumba. Pon a tu amante junto a tu marido.

Pero la mujer, tan compasiva como virtuosa, le respondió:

-¡Que los dioses me libren de llorar la muerte de los dos hombres que más he amado! ¡Antes crucificar al muerto que dejar morir al vivo!

Una vez dichas estas palabras, le hizo sacar el cuerpo de su esposo del sepulcro y colgarlo en la cruz vacía. El soldado usó el ingenioso recurso y al día siguiente el pueblo admirado se preguntaba cómo un muerto había podido subir hasta la cruz.

Confía tu barco a los vientos
pero jamás tu corazón a una mujer
porque las olas son más firmes
que la fidelidad de la mujer.

No hay ninguna mujer buena
o si alguna vez lo ha sido
No comprendo cómo algo malo
pudo ser bueno alguna vez.

***

samedi 31 mai 2008

+ MUCHA SUERTE

***

Me agradaría dejar aquí algunas notas en mi calidad de LECTOR entusiasta de un nuevo libro de cuentos. Y digo como lector porque considero que es la faceta más apreciada por mí en el campo de la literatura, como ya se encargó de recordarnos el insigne escritor e incansable lector Jorge Luis Borges: ‘Que otros se jacten de las páginas que han escrito, a mí me enorgullecen las que he leído’, que suscribo plenamente.

Acabo de recibir ‘Mucha suerte’, el primer libro de relatos publicado de Antonio Báez, de profesión NARRADOR, malagueño, que acaba de ver la luz pública de la mano de Editorial Narradores, S.L., joven editorial que nace por iniciativa de un grupo de jóvenes vascos amantes de su profesión (periodistas, diseñadores gráficos, fotógrafos,…), cuyo entusiasmo por la literatura es digno de elogio.

Este libro de relatos está muy bien diseñado, tiene una buena presentación y se mete sin duda por los ojos.

Son trece relatos cortos, trece cuentos, cuya trama abarca temas de la vida cotidiana (personajes que hacen autostop, alguien que recuerda el pelo largo de sus años mozos, otro que asiste a su propio funeral, un profesional mediático que recuerda su labia de su etapa de locutor radiofónico, etc.), que están narrados con una agudeza sin par, con buenas dosis de fino humor e ironía. En algunos (Helena, por ejemplo) se entremezclan escenas fantásticas, esperpénticas, absurdas y contradictorias formando un cóctel divertido y sugerente.

Nos tropezamos con un narrador de vocación retardada, germinada tras muchos años previos de lecturas salteadas de toda clase, con una vida de profesor de instituto como licenciado en Filología Clásica, circunstancias que le han ayudado sin duda para disfrutar de un buen manejo del lenguaje.

Me confieso un devoto admirador de Antonio Báez y celebraría grandemente que otros relatos que no aparecen en este libro, como: Las señoritas, La Mudanza, Pornografía, Gasolina, Papiroflexia, Marcianos, Lecciones de golf, Bizcos, Guantes, Casa,…, llegasen en breve a formar la segunda parte de ‘Mucha suerte’, que se hallan al mismo nivel narrativo que los de este libro ahora impreso.

La estupenda calidad de estos relatos y la experiencia como narrador acumulada tras más de dos años escribiendo relatos han llevado al Sr. Báez a ensayar otros estilos y puntos de vista y así han nacido hermosas narraciones íntimas, agrupadas bajo los nombres genéricos de: 62 maneras de apoyar la cabeza, Animalario, Crónicas, Diario, El libro de los peligros, El mundo del motor, Exxxperiencias, Las viudas, Los invisibles, etc., etc., a las que vaticino su aparición en un tercer volumen de relatos. Sin duda su paso por TusRelatos.com, Narrador.es y su blog personal ha sido enriquecedor para el narrador y para nosotros los lectores.

Algunos de estos últimos mencionados -comme moi- ha querido aprender del Sr. Báez, pero esa es tarea ardua porque es difícil parecérsele en la parcela narrativa.

¡Mucha suerte con su libro, Sr. Báez! ¡Que la suerte le sea propicia en el mundo de las letras!

¡No deje de escribir nunca, por favor!

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+ JUGAR CON NUESTRO IDIOMA...

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(Me dicen que ha sido tomado del homenaje al III Congreso de la Lengua Española).

Señores:
Un servidor
Pedro Pérez Paticola,
cual la Academia Española
"Limpia, Fija y da Esplendor".
Y no por ganas de hablar,
pues les voy a demostrar
que es preciso meter mano
al idioma castellano,
donde hay mucho que arreglar.

¿Me quieren decir por qué,
en tamaño y en esencia,
hay esa gran diferencia
entre buque y un buqué?
¿Por el acento? Pues yo,
por esa insignificancia,
no concibo la distancia
de presidio y presidió,
ni de tomas a Tomás
ni de topo al que topó.
Mas dejemos el acento,
que convierte, como ves,
las ingles en un inglés,
y pasemos a otro cuento.

¿A ustedes no les asombra
que diciendo rico y rica,
majo y maja, chico y chica,
no digamos hombre y hombra?
Por eso no encuentro mal
si alguno me dice cuala,
como decimos Pascuala,
femenino de Pascual.

¿Por qué llamamos tortero
al que elabora una torta
y al sastre, que trajes corta,
no lo llamamos trajero?
¿Por qué las Josefas son
por Pepitas conocidas,
como si fuesen salidas
de las tripas de un melón?
¿A vuestro oído no admira,
lo mismo que yo lo admiro,
que quien descerraja un tiro,
dispara, pero no tira?

Este verbo y otros mil
en nuestro idioma son barro;
tira, el que tira de un carro,
no el que dispara un fusil.
De largo sacan largueza
en lugar de larguedad,
y de corto, cortedad
en vez de sacar corteza.

De igual manera me quejo
de ver que un libro es un tomo;
será tomo, si lo tomo,
y si no lo tomo, un dejo.
Si se le llama mirón
al que está mirando mucho,
cuando mucho ladre un chucho
se lo llamará ladrón.
Porque la sílaba "on”
indica aumento, y extraño
que a un ramo de gran tamaño
no se lo llame Ramón.
Y por la misma razón,
si los que estáis escuchando
un gran rato estáis pasando,
estáis pasando un ratón.

Y sobra para quedar
convencido el más profano,
que el idioma castellano
tiene mucho que arreglar...


(Pablo Parellada, España, 1855-1944, escritor, humorista y comediógrafo).

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mardi 27 mai 2008

+ AGUANTANDO


Novela de José Mª. Senciales, Editorial Abecedario, Badajoz, 2008, 349 páginas.
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He gozado, lo sé, de un privilegio raro en el mundo de las letras: asistir a la gestación casi paso a paso, y después al nacimiento, de la primera obra, de la opera prima, de un joven escritor. Y digo un privilegio porque esta situación te permite vivir bien de cerca los anhelos, las inquietudes, las preocupaciones, las satisfacciones,…, de alguien que siente pasión por la literatura, por la narración en voz activa, ejercida en su tiempo libre, fuera de su actividad profesional, que estoy convencido es el vivo y repetitivo retrato de todo aquel que vio cómo salía a la luz la primera de sus obras.

Créanme, merece la pena este feliz espectáculo prolongado en el tiempo, culminado finalmente con la aparición de Aguantando, primera novela publicada de José María Senciales.

José María es Profesor Titular de Geografía en la Universidad de Málaga y está especializado en Geografía Física.

Nos dice el autor en la solapa de la obra que el núcleo de la obra es una acción dramática plagada de notas de humor que pretende remover conciencias y despertar en el lector la autocrítica mediante la pregunta, ¿Aguantamos o resistimos?

Vivir momentos de una naturaleza trastornada durante el proceso de creación de un pueblo imaginario, nos permite asistir a episodios diversos de acoso moral y miedos personales, a un caciquismo enquistado en el siglo XXI (y que sigue perdurando en diferentes modalidades en algunos pueblos andaluces), a un buen despliegue de fenómenos naturales que se explican al lector convenientemente reconociendo en ellos la faceta científica del escritor, combinado todo con entrañables notas de humor e ironía que abarcan nombres de partidos políticos, accidentes y lugares geográficos, comercios pueblerinos, nombres de personas (con sentido encubierto), etc.

En algunos pasajes de la novela, salvando las lógicas diferencias de tiempo y espacio, el pueblo de Torres del Ocaso me ha traído recuerdos ligados a la naturaleza de otro que se ha hecho popular a través de los años en la literatura universal: Macondo.

El título de la obra —AGUANTANDO— (‘aguantar’ según la RAE: soportar a alguien o a algo molesto o desagradable) deja a propósito una nota con carga negativa. Pero el autor se pregunta, y le pregunta al lector, si en la vida en definitiva, ¿no RESISTIMOS?, término con un matiz más positivo, que la Real Academia admite también al definir ‘aguantar’.

Debo confesar que Aguantando me ha parecido una buena novela y me ha gustado. Espero que la segunda novela de este joven autor sea publicada pronto. Me consta que trabaja en otras. ¡Suerte!

Mis felicitaciones al autor y a la Editorial. A ésta por apostar por un joven autor español, a los que he dedicado espacios en muchas de MIS LECTURAS.

La novela ha sido publicada por Editorial Abecedario, Badajoz.

La reseña de esta novela aparecerá también en aquí.

samedi 5 janvier 2008

+ OTROS LIBROS

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Superado ya el grueso de las fiestas navideñas en que por razones de edad y de higiene mental se ve uno obligado a administrar la nostalgia, se comienza a vivir de lleno un nuevo y esperanzador año.

Existe la consabida tradición de formular nuevos deseos y metas o de hacer un pequeño examen de lo que ha sido el año que se nos ha ido en un abrir y cerrar de ojos.

Respecto de los propósitos, ya tomé hace tiempo una decisión: no hacérmelos. ¿Para qué? ¿Para no cumplirlos? Mejor dejar pequeñas metas de lado y dedicarse a vivir la vida, a hacer lo que te venga en gana sin más, sin orden ni concierto ni pequeños fines.

En cuanto al examen del año finalizado, se pueden desgranar actividades realizadas, entre otras muchas cosas. Y aquí sí se me ocurren listas. Dos al menos: la de los libros comprados para ir leyendo y la de los libros leídos.

De los comprados, empiezo por mencionar de los más recientes a los más lejanos en el tiempo. Me apresuro a aclarar que es una lista muy personal y responde a criterios que sería tarea larga y no fácil enumerar. Algunos han sido:

La carretera, de Cormac McCarthy
El Danubio, de Claudio Magris
Misterios de las noches y los días, de Juan Eduardo Zúñiga
La tentación de lo imposible, de Mario Vargas Llosa
Esperando a los años que no vuelven, de César Antonio Molina
Cuentos completos, de Truman Capote
En busca del unicornio, de Juan Eslava Galán
Cuentos completos, de Herman Melville
Tierra roja y lluvia torrencial, de Vikram Chandra
La saga/fuga de J.B., de Gonzalo Torrente Ballester
Los príncipes nubios, de Juan Bonilla
El que apaga la luz, de Juan Bonilla
La higuera, de Ramiro Pinilla
Ochenta y seis cuentos, de Quim Monzó
6 falsas novelas, de Ramón Gómez de la Serna
Senos, de Ramón Gómez de la Serna
La vida, instrucciones de uso, de Georges Perec
La mariposa de obsidiana, de Juan Bolea
Los mejores cuentos, de Sergio Pitol
La reina sin espejo, de Lorenzo Silva
Nos espera la noche, de Espido Freire
La ciudad en invierno, de Elvira Navarro
Podría hacerte daño, de Luisa Castro