dimanche 25 janvier 2009

+ POETAS ESPAÑOLES (Vicente Aleixandre)

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Nació en Sevilla en 1898, aunque su infancia transcurrió en Málaga. Con trece años se trasladó con su familia a Madrid. El mar dejó una huella profunda en su poesía.
Poeta perteneciente a la Generación del 27, miembro de la Real Academia Española desde 1949, le fue otorgado el Premio Nacional de Literatura. En 1977 recibió el Premio Nobel de Literatura. Falleció en Madrid en 1984.

Títulos de sus obras poéticas:

Ámbito
Espadas como labios
Pasión de la tierra
Sombra del paraíso
Mundo a solas
Nacimiento último
Historia del corazón
Poemas de la consumación
Diálogos del conocimiento
En gran noche.


Algunos poemas escogidos:

COMO LA MAR, LOS BESOS

No importan los emblemas
ni las vanas palabras que son un soplo sólo.
Importa el eco de lo que oí y escucho.
Tu voz, que muerta vive, como yo que al pasar
aquí aún te hablo.
Eras más consistente,
más duradera, no porque te besase,
ni porque en ti asiera firme a la existencia.
Sino porque como la mar
después que arena invade temerosa se ahonda.
En verdes o en espumas la mar, se aleja.
Como ella fue y volvió tú nunca vuelves.

Quizá porque, rodada
sobre playa sin fin, no pude hallarte.
La huella de tu espuma,
cuando el agua se va, queda en los bordes.

Sólo bordes encuentro. Sólo el filo de voz que
en mí quedara.
Como un alga tus besos.
Mágicos en la luz, pues muertos tornan.


*

EL OLVIDO

No es tu final como una copa vana
que hay que apurar. Arroja el casco, y muere.

Por eso lentamente levantas en tu mano
un brillo o su mención, y arden tus dedos,
como una nieve súbita.
Está y no estuvo, pero estuvo y calla.
El frío quema y en tus ojos nace
su memoria. Recordar es obsceno,
peor: es triste. Olvidar es morir.

Con dignidad murió. Su sombra cruza.


*

EL SEXO

I
Pendiente de ese tronco
el fruto consta en vida.
Su materia consiente
una verdad durable.
En la sombra él madura,
si por siglos, finito,
y no cae sino cuando
el árbol rueda en tierra.
Fruto de carne o masa
de vida congruente,
pálido en su corteza,
nudosa nuez compacta.
La sangre rueda y pasa,
y ardiente sigue y vase,
mientras el viento pone
la vida en llamas y arde
doble tiniebla absorta.
Eje del sol que un rayo
descargará sin duelo
y estallará en la liza
dentro en la sombra exacta.
Oh, conjunción del fuego
con su materia idónea.
Fuego del sol, o fruto
que al estallar se siembra.

II
Entre las piernas suaves pasa un río,
lecho insinuado para el agua viva;
entre la fresca sombra o un humo quedo
que en el terso crepúsculo está inmóvil.
Entre los muslos, sólo el tiempo quieto,
el tiempo que no pasa, eternamente,
inmortal, sin nacer, entre las sombras.
Entre las piernas bellas sólo un río
en el fondo se siente cruzar único.
Agua oscura sin tiempo que no nace
y que sobre la tierra desemboca.

Oh, hermosa conjunción de sangre y flor,
botón secreto que en la luz perfuma
el nacimiento de la luz creciendo
de entre los muslos de la bella echada.
Ruda moneda o sol que exhala el día
naciendo de ese cuerpo dolorido,
presto al amor cuando el cenit empuje
al adversario que agresivo avanza.
Misterio entonces del ocaso ardiente
cuando como en caricia el rayo ingrese
en la sima voraz y se haga noche :
noche perfecta de los dos amantes.

*


QUIEN HACE VIVE

La memoria de un hombre está en sus besos.
Pero nunca es verdad memoria extinta.
Contar la vida por los besos dados
No es alegre. Pero más triste es darlos sin memoria.
Por lo que un hombre hizo cuenta el tiempo.
Hacer es vivir más, o haber vivido,
O ir a vivir. Quien muere vive, y dura.


*

LOS BESOS

No te olvides, temprana, de los besos un día.
De los besos alados que a tu boca llegaron.
Un instante pusieron su plumaje encendido
sobre el puro dibujo que se rinde entreabierto.
Te rozaron los dientes. Tú sentiste su bulto,
en tu boca latiendo su celeste plumaje.
Ah, redondo tu labio palpitaba de dicha.
¿Quién no besa esos pájaros cuando llegan, escapan?
Entreabierta tu boca vi tus dientes blanquísimos.
Ah, los picos delgados entre labios se hunden.
Ah, picaron celestes, mientras dulce sentiste
que tu cuerpo ligero, muy ligero, se erguía.
¡Cuán graciosa, cuán fina, cuán esbelta reinabas!
Luz o pájaros llegan, besos puros, plumajes.
Y oscurecen tu rostro con sus alas calientes,
que te rozan, revuelan, mientras ciega tú brillas.
No lo olvides. Felices, mira, van, ahora escapan.
Mira: vuelan, ascienden, el azul los adopta.
Suben altos, dorados. Van calientes, ardiendo.
Gimen, cantan, esplenden. En el cielo deliran.

*


REPOSO

Una tristeza del tamaño de un pájaro.
Un aro limpio, una oquedad, un siglo.
Este pasar despacio sin sonido,
esperando el gemido de lo oscuro.
Oh tú, mármol de carne soberana.
Resplandor que traspasas los encantos,
partiendo en dos la piedra derribada.
Oh sangre, oh sangre, oh ese reloj que pulsa
los cardos cuando crecen, cuando arañan
las gargantas partidas por el beso.
Oh esa luz sin espinas que acaricia
la postrer ignorancia que es la muerte.


*

SIN FE

Tienes ojos oscuros.
Brillos allí que oscuridad prometen.
Ah, cuán cierta es tu noche,
cuán incierta mi duda.
Miro al fondo la luz, y creo a solas.
A solas pues que existes.
Existir es vivir con ciencia a ciegas.
Pues oscura te acercas
y en mis ojos más luces
siéntense sin mirar que en ellos brillen.
No brillan, pues supieron.
saber es alentar con los ojos abiertos.
¿Dudar...? Quien duda existe. Sólo morir es ciencia.


*

UNAS POCAS PALABRAS

Unas pocas palabras en tu oído diría.
Poca es la fe de un hombre incierto.
Vivir mucho es oscuro, y de pronto saber no es conocerse.
Pero aún así diría. Pues mis ojos repiten lo que copian:
tu belleza, tu nombre, el son del río, el bosque,
el alma a solas.
Todo lo vio y lo tienen. Eso dicen los ojos.
A quien los ve responden. Pero nunca preguntan.
Porque si sucesivamente van tomando
de la luz el color, del oro el cieno
y de todo el sabor el pozo lúcido,
no desconocen besos, ni rumores, ni aromas;
han visto árboles grandes, murmullos silenciosos,
hogueras apagadas, ascuas, venas, ceniza,
y el mar, el mar al fondo, con sus lentas espinas,
restos de cuerpos bellos, que las playas devuelven.
Unas pocas palabras, mientras alguien callase;
las del viento en las hojas, mientras beso tus labios.
Unas claras palabras, mientras duermo en tu seno.
Suena el agua en la piedra. Mientras, quieto,
estoy muerto.


*

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