lundi 19 avril 2010

+ ANÉCDOTAS SOBRE ESCRITORES - 9

Emilia Pardo Bazán
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Hace unos días una amiga, magnífica escritora ella, me preguntó si conocía yo una divertida anécdota, un ’encontronazo’ entre doña Emilia y creía que don Benito Pérez Galdós, a quienes unió una larga e íntima relación amorosa como se sabe, el cual tuvo lugar al parecer en el Ateneo de Madrid, en cuya sección de Literatura ostentó durante un tiempo el cargo de directora la escritora gallega. Añadía mi amiga que no la recordaba bien y que si la conocía yo por qué no la contaba.

No recuerdo haber leído ningún episodio público, anecdótico, relacionado con los dos escritores, similar al referido por mi amiga, y dudo que se diese alguno con ribetes siquiera publicitarios. Y digo esto por cuanto la relación entre ambos personajes durante veinte años fue siempre muy discreta y casi a escondidas.

He hecho acopio de mis lecturas sobre la escritora gallega y el escritor canario, consultando diversos libros en mi poder (Las mejores novelas contemporáneas, Editorial Planeta, 1962, 7 tomos; Emilia Pardo Bazán. La luz en la batalla. Biografía, Editorial Lumen, 2007; y algunos otros) y no he encontrado nada parecido a lo que sugiere mi amiga. Sin embargo, sí sé de anécdotas vividas por la escritora en diversos momentos de su rica y agitada vida social.

He aquí dos de ellas:

Doña Emilia solicitó en diversas ocasiones su ingreso como miembro en la Real Academia Española en una época en que ninguna mujer ocupaba un sillón en ella. Eran años en que algunas mujeres desplegaban sus energías en pro de avances sociales para la mujer en una lucha a la que la sociedad hacía oídos sordos. La Pardo Bazán fue una de aquellas incansables mujeres.

Ante las reiteradas peticiones de ingreso en la institución, don Juan Valera sugirió una estratagema para disuadirla y hacerla callar de una vez. Comunicó al secretario de la Academia, don Manuel Tamayo y Baus, dramaturgo, que hiciese venir a la Academia a la escritora, le enseñase los sillones que se utilizaban, muy tradicionales, y le dijese que no estaba entre sus atribuciones cambiarlos sin incurrir en falta, haciéndole ver que no podía sentarse en ellos cómodamente por ser su circunferencia mayor que la de los señores académicos..., añadiendo que habría de encargarse un sillón especial, de características diferentes, que desentonaría con el conjunto y que eso sería imposible, para terminar haciéndole saber que, en verdad, la Academia gustosamente le ofrecería un asiento..., pero que lamentablemente no podría sentarse en él.

La excusa que se dio finalmente para denegar su ingreso fue que los estatutos de la institución lo prohibían y que ya se había denegado también con anterioridad el sillón a la cubana doña Gertrudis Gómez de Avellaneda.

Otra anécdota que cuenta un académico que la conoce se refiere a la reacción que igualmente produjo en la Real Academia la lectura de la instancia que había enviado la escritora en 1912.

Cuenta el académico: “Recuerdo al ingeniero Cortázar diciendo con voz estentórea: En la Academia vivimos muy tranquilos los machos solos… ¡No queremos hembras!” .

Con el Sr. Cortázar tendría doña Emilia un incidente personal en el Consejo de Instrucción Pública, al conocer aquélla que era uno de los que se oponían al ingreso de mujeres en la corporación. La escritora recordó que su yerno vestía uniforme de general y exclamó:

-- Sepa usted, señor Cortázar, que a mí nadie me maltrata, porque tengo en mi casa la espada que me defenderá.
-- Pues si usted tiene en su casa la espada, yo tengo en la mía el basto, que no se ha de quedar corto - replicó Cortázar.

Y entre numerosas risas de los asistentes se pudo saldar este encuentro.

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Lecturas:
- Emilia Pardo Bazán, La luz en la batalla. Biografía. Autora: Eva Acosta. Editorial Lumen, 2007, Barcelona.
- Tomo III de la citada colección de Planeta, prólogo a La sirena negra, de Emilia Pardo Bazán, escrito por el    catedrático  Joaquín de Entrambasaguas.

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1 commentaire:

leo a dit…

Hola Antonio:
Muchas gracias por haberte tomado la molestia de investigar lo que te pedí.
Me gustan mucho estas anécdotas.
Un abrazo.