vendredi 21 mai 2010

+ ANÉCDOTAS SOBRE ESCRITORES - 19

George Sand  o  la liberación de la mujer.
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(Retrato de George Sand, pintado por Auguste Charpentier).

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Una mujer del siglo XIX, ilustrada, moderna ya en su época, icono del feminismo de nuestros días, de la que existen numerosos falsos mitos y leyendas. De estirpe de reyes, soldados, monjas, actrices,..., en la que se dieron en todas las generaciones de forma repetitiva los nombres de Aurora y de hijos con el nombre de Maurice, en la que abundaron los hijos naturales, protegidos y celosamente cuidados no obstante, de esa raza de origen germano-sueca, los Koenigsmark, es descendiente por parte de padre George Sand, nacida Aurore Dupin.

Si un hecho destacó, desentonó, realmente en su vida fue que se divorció a los nueve años de casada en aquellos años en que no era nada corriente hacerlo y el mayor escándalo de su vida para mí es que siendo baronesa en su siglo trabajaba, se ganaba la vida y se ufanaba de ello. En una época en que las mujeres callaban, ella lo hacía como mujer, y traspasó más allá de la frontera del tiempo los estereotipos masculinos/femeninos. Nos ha hecho comprender que para ella el ser completo era el fin.

Respecto de los mitos y leyendas no serían tales, sino más bien una ordinaria realidad, si contemplásemos hoy a una joven mujer —como le ocurrió a ella— de veintisiete años, desposada con un hombre mujeriego, amante incluso de sus criadas, de carácter violento, que la desautorizaba en público, del que se divorció legalmente bien pronto encargándose de la educación de sus dos hijos, con independencia económica por herencia familiar y posteriormente por los ingresos que le producía su obra escrita, insatisfecha sexualmente, de la que entenderíamos perfectamente que buscara en estas condiciones el amor ansiosamente fuera del hogar.

En cuanto a la leyenda, podemos aclarar rotundamente, entre otras cuestiones,  que no fumaba puros sino cigarrillos corrientes; que durante su viaje amoroso a Venecia con Alfred de Musset  —los amantes de Venecia de que tanto se ha escrito y  hablado— ambos estuvieron en cama con fiebres y disentería durante varias semanas y ella cuidando exclusivamente al escritor francés que estuvo muy enfermo y que anteriormente durante el viaje éste le fue infiel en repetidas ocasiones; que su estancia en Mallorca —tan afamada—  con Chopin y sus dos hijos transcurrió en una única celda cartujana de estrechas dimensiones para los cuatro, convertida ella en una sacrificada enfermera al cuidado del músico polaco enfermo, el cual fue en realidad otro hijo más y que, siendo púdica como era, con seguridad que no existieron relaciones carnales.

Gozó por voluntad propia de independencia y libertad, desplegando un coraje tremendo. Vivió y supo contar. Fue generosa —mantuvo a todos los hombres que la rodearon—. Es una perfecta representante del feminismo moderno. En su círculo de amistades hubo personajes tan renombrados como Balzac, Liszt, Victor Hugo, Gustave Flaubert, Merimée, Julio Verne,etc.

Tuvo numerosos amantes, algunos frustrados —Prosper Mérimée, con el que  concertó un encuentro desafortunado que circuló y se extendió por todo París—;  otros platónicos plenos de amistad sincera —Aurélien de Sèze— y otros carnales; y  de Stéphane Grandsagne se duda razonablemente si tuvo a su hija Solange. Vivió un gran amor con la actriz Marie Dorval, amante de Alfred de Vigny. Siempre quiso dominar a sus amantes, a muchos de los cuales veía como casi hijos, entregada totalmente a su cuidado. A lo largo de su vida fue sustituyendo paulatinamente el amor natural y completo por el amor platónico. Imprimió a sus misivas epistolares una fuerza significativa, escribiendo a sus amigos un tipo de carta tan efusivo que se prestaba a confusión, ¿eran de amor o de amistad?

Digamos a este respecto que Pagello, médico italiano, que cuidó de George Sand y de Alfred de Musset durante su estancia en Venecia, durante las vigilias nocturnas con el escritor francés, dirigía ardientes miradas a la escritora y en un aparte le preguntó a la novelista si tenía la intención de escribir una novela que hablara de la bella Venecia. Ella le contestó que quizás y se puso a escribir una nota que entregó finalmente al doctor. La nota decía así:

¿Serás para mí un apoyo o un dueño? ¿Me consolarás de los males que he sufrido antes de conocerte? ¿Sabrás por qué estoy triste? ¿Conoces la compasión, la paciencia, la amistad? ¿Te han criado, quizás, en la convicción de que las mujeres no tienen alma? ¿Sabes que sí la tienen?… ¿Seré tu compañera o tu esclava? ¿Me deseas o me amas? Cuando tu pasión esté satisfecha, ¿sabrás agradecérmelo? Cuando te haga feliz, ¿sabrás decírmelo? ¿Sabes lo que es el deseo del alma que ninguna caricia humana adormece ni fatiga? Cuando tu amante se duerme en tus brazos, ¿permaneces despierto contemplándola, rezando a Dios y llorando? Los placeres del amor, ¿te dejan jadeante y embrutecido o te sumen en una especie de éxtasis divino? ¿Sobrevive tu alma a tu cuerpo cuando abandonas el seno de la que amas?…

Podría interpretar tu sueño y hacer hablar elocuentemente tu silencio. Atribuiré a tus acciones la interpretación que quiera. Cuando me mires tiernamente creeré que tu alma se dirige a la mía… Permanezcamos, pues así; no aprendas mi lengua; no quiero buscar en la tuya las palabras que te dirían mis dudas y mis temores. Quiero ignorar qué haces de tu vida y qué papel desempeñas en la sociedad. Quisiera no saber tu nombre. Escóndeme tu alma, que pueda siempre creerla bella.

Alfred de Musset nos hace de ella un retrato bien amable, en tanto que el retrato físico que nos transmite de de Vigny no es demasiado favorable. Muchos la han descrito como la perfecta castellana, una mujer de belleza serena, de grandes y hermosos ojos y cabellera de color negro azabache. Flaubert nos dejó excelentes impresiones de Aurore Dupin como persona y escritora. Dostoievski mostró un hondo pesar a la muerte de la Sand.

Acostumbraba a decir siempre: Voy adonde me parece sin dar cuentas a nadie. Tenía como lema vital: Amad, es el único bien que hay en la vida.

Se consideraba discípula de Balzac y Rousseau. Al parecer hizo suyo el principio de Rousseau que reza que renunciar a la libertad es renunciar a la cualidad de persona. Fue una fiel y evidente hija del siglo en que vieron la luz los padres de la revolución: Montesquieu, Voltaire, Rousseau,...

Obsesionada por la esclavitud de las mujeres, quería sustraerse a ella, tanto por su nombre como por la indumentaria. Acostumbraba a usar acaso por ello en muchos momentos atuendos masculinos, que podrían tener su origen en razones de tipo económico o práctico en determinadas fechas o circunstancias, o tal vez a que quedó huérfana de padre siendo una niña, o a la influencia de su preceptor durante su juventud en el castillo de Nohand que la llevaba a participar en cacerías vestida con prendas de hombre o quizás —rememorando a Freud— a la afirmación de su yo masculino. O quizás a una combinación de todas estas razones.

Se la ha asimilado por algunos al dandismo practicado por lord Byron, un dandismo femenino. Henry James dijo de ella:  Su método consistía en tratar a la vida exactamente como si hubiese sido un hombre...y no hay demasiado más que decir.

Aunque gozó en su tiempo de un reconocido prestigio como escritora  y fue muy popular, sus obras hoy se leen poco. En cierta ocasión en que la escritora se admiraba de la forma de escribir de un renombrado autor francés, no recuerdo si Hugo o Balzac, confesó al escritor que él escribía para los siglos en tanto que ella lo hacía solamente para el año, queriendo significar que era consciente de que su obra no trascendería, pero no asi la del escritor, como ha sucedido realmente. Un biógrafo de George Sand contemporáneo nuestro admite que la prosa de la francesa resulta hoy difícil de leer. Entre sus novelas más conocidas podemos citar Indiana, Lelia (que destaco sobre las demás para mi gusto), Consuelo, François le Champi, Historia de mi vida (autobiografía).

Las biografías que he leído sobre ella han dejado huella en mí porque tratan de una persona con una vida cálida y apasionante. Y las lecturas me han ayudado a desmitificar la figura de esta escritora  romántica.
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Lecturas:

- Lelia o la vida de George Sand, de André Maurois.
- George Sand ou le scandale de la liberté, de Joseph Barry (versión francesa).
- George Sand, une femme d'aujourd'hui, de Jean Chalon (versión francesa).
- Aurore et George (Prix Medicis Essai), de Diane de Margerie (versión francesa).

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